La corrida de este domingo 4 de enero en la Plaza México,
fue, no fea… feísima. Quien no la haya visto pero se enteró de que se cortaron
cinco orejas, me dirá que estoy loca.
Fue feísima porque las mentiras duelen y acaban con la poca
confianza que se podría tener en alguien o en algo. Pero las mentiras, ya son
costumbre en nuestra plaza.
Empezando por el biombo, que es ya una burla a nuestra
inteligencia y a nuestra afición. ¿A quién quieren engañar? ¿Y de dónde parte
este engaño? ¿Es en verdad falta de criterio del juez? ¿O tiene la instrucción
de, a través de las estadísticas, engañar a todo el mundo? Pero todo queda en
el intento, porque los que son verdaderos conocedores (no la bola de
villamelones que piden oreja por todo), saben que detrás de los números, al
final no queda nada, sólo un oscuro y frío vacío, donde se escudan las banales
intenciones de aquellos que quieren hacer creer a los ilusos, que esta
temporada ha sido exitosa, triunfal, grandiosa en todos los aspectos, cuando en
realidad, salvo honrosas y escasas excepciones, ha sido desastrosa, deprimente, desierta, llena de mentiras que sólo contribuyen
a la mediocridad.
Y también los micrófonos son parte de ésto, se suman a la
labor alcahueta del juez. Nada de lo que sucedió esta tarde fue memorable.
José Luis Angelino, si, es un torero de arduas batallas, que
ha tenido sus momentos altos y muchos momentos bajos, pero… ¿realmente corresponde
su faena a la euforia reflejada en los micrófonos? ¿Corresponde la faena hecha,
a las dos orejas recibidas? Es normal la emoción en sus declaraciones, y es que
la emoción ahoga y hace perder la objetividad. Quizá el torero sea el que menos
se de cuenta de cómo estuvo, al final de una faena. Pero no le ayudan dándole
más de lo que mereció. Porque habrá videos, y si tiene tantita autocrítica,
verá que no fue para tanto.
El Chihuahua fue el que más conectó; como él mismo dice: un
torero para el pueblo. El tercio de banderillas fue muy vendedor. Un torero
para el pueblo… toreando al pueblo. No pierde ocasión. Pero mientras la gente
se sienta motivada a asistir a la plaza por toreros como el Chihuahua, todo
vale.
Fue una tarde de esperanzas cumplidas y esperanzas fallidas.
Ahora, inicio de año, cuando es época de poner en balanza muchas cosas, imagino
las reflexiones de cada uno de ellos, quizá no tanto del Chihuahua -quien se
muestra muy ubicado en su estilo y en su público- y de José Luis Angelino, que como
quiera tiene fechas, pocas o muchas, pero las tiene; pero los otros casi no
torean nada. ¿Qué se hace en esos casos? ¿evaluar lo sembrado y lo cosechado? ¿abandonar
los sueños? ¿seguir en la lucha cueste lo que cueste? ¿buscar otra manera de
mantener viva su pasión? Porque es necesario entender, que actualmente las
orejas en la México, no significan absolutamente nada.
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