lunes, 28 de noviembre de 2016

Conteo de instantes… no de orejas

Si dejáramos de contabilizar y poner en estadísticas todos los asuntos, seguramente seríamos más felices.

Yo siempre he sido mala con los números, por eso no se me hace importante la cantidad de orejas después de una tarde de toros.

En la 4a corrida se cortaron tres orejas, una de Fermín Rivera, y las otras dos, Sergio Flores.

A Sergio le tocó el único toro bueno de la tarde y lo aprovechó pero no en su totalidad, lo estaba toreando bien, con mucha largueza y temple, pero en un instante sucedió algo, no me pregunten qué, que hizo que perdiera altura la faena; Sergio no estuvo mal de ninguna manera, pero faltó ese puntito que hiciera levantar a la gente de su asiento y había materia prima. Él estaba sumamente emocionado y merece este triunfo, sin embargo, una oreja hubiera sido suficiente.

Pasando a otros asuntos, de repente me comentan que no es prudente, que si escribo de toros, marcar una preferencia tan fuerte por alguien, pero como yo digo… si yo voy por el carril independiente, y si el chiste de escribir, es hacerlo de lo que me nazca del corazón y no de lo que convenga a ninguna empresa, ni a ningún torero, pues sí… yo soy partidaria de Fermín Rivera. Pero aguas, porque una cosa es una y otra es otra, no por ser su partidaria voy a decir mentiras ni ensalzar cosas que no sean ciertas, el día que haya algo que no esté bien, será dicho.
Yo soy su seguidora porque hace cosas que me gustan, por como torea, como observa, como mide, como da espacio, como resuelve, como va desenredando cada madeja que se le presenta.
Me gusta su actitud, criticada por muchos, de tan serio que es. Me gusta que no busque adornos chafas, me gusta que no quiera suplir con chabacanerías las carencias que pudiera haber en el ruedo. Como es, torea… y dicen que así debe ser ¿no?
Dicen que no transmite, pero a mí ayer me emocionó mucho, y emocionar con tanta sobriedad tiene más chiste que pararse de manos.
Emociona con pulcritud, con matemática, con cerebro.
Yo siempre he valorado las conversaciones inteligentes, las que aportan, las que te dejan pensando, las que dicen tanto con pocas palabras. Me gustan las cosas bien escritas, pero breves; no me gusta la gente chorera, no me gustan las palabras huecas, no me gustan los lambiscones. Por eso me gusta Fermín, por eso no me importa cuántas orejas corte.

Por eso, de todo lo ocurrido la tarde de ayer en la México me quedo con las dos faenas de Fermín Rivera.