lunes, 30 de abril de 2012

De Cancún para el mundo: Alicia Ochoa


La Fiesta Brava sigue siendo aquel gran crisol donde se funden los espíritus más sensibles y creativos de todos los tiempos, quienes transmiten con su lenguaje particular, lo que vieron, lo que sintieron, lo que hizo vibrar su alma o lo que les motivó una lágrima. Así surge el arte que se inspira en los toros.
En la Plaza de las Ventas de Madrid, hay una corrida anual muy importante, La Corrida Extraordinaria de la Beneficencia, una corrida histórica que se realiza desde 1856. Originalmente era a beneficio del Hospital General, que atendía a personas en condiciones de pobreza.
Desde siempre, en esta corrida torean los diestros más importantes del momento lidiando a una de las mejores ganaderías. Por esta misma razón, todo lo que sucede alrededor de esta corrida, es de gran trascendencia.
Este año, México y particularmente Cancún, deben estar muy orgullos. Por primera vez, un artista mexicano ilustra el cartel de la Corrida de la Beneficencia: la cancunense Alicia Ochoa.
En conferencia de prensa ofrecida por la artista, Alicia expuso su punto de vista acerca de este reconocimiento, acerca de su arte y acerca del arte de la tauromaquia. Este cuadro es una hermosísima acuarela de un rojo intenso, donde se ilustra un capote de paseo bordado en oro, que envuelve a un torero en los momentos previos a partir plaza. Decía Alicia en esta conferencia, “el momento de estar en el patio de cuadrillas, esperando partir plaza, mientras se lía el capote de paseo, es uno de los momentos más intensos y de mayor recogimiento en una tarde de toros”.
El torero, rodeado de mucha gente, se encuentra solo en aquel preámbulo, donde se abren las puertas al misterio, hacia la vida o hacia la muerte. Es un momento de un profundo misticismo, de un profundo diálogo interior. Ella, con la gran sensibilidad que sólo una mujer puede tener, y siendo la esposa de un matador de toros, se enfoca más hacia los detalles, hacia los instantes, hacia los gestos que para la mayoría, pasan desapercibidos.
Con la distinción que da ilustrar el cartel de la Corrida de la Beneficencia, Alicia Ochoa y la Fiesta de los Toros demuestran que el arte es un instrumento de vínculo y de hermandad, donde no hay México y España, sólo hay belleza y transmisión.
La Corrida Extraordinaria de la Beneficencia se celebrará el próximo 6 de junio en la Plaza de las Ventas, en Madrid y actuarán Morante de la Puebla, José Mari Manzanares y Alejandro Talavante, con toros de la ganadería de Núñez del Cuvillo. 

lunes, 23 de abril de 2012

Dicen de Manzanares


Dicen que el viernes pasado, que fue un 20 de abril, todo el mundillo taurino se quedó como pasmado, como embelesado, como en una pausa, como si hubiera visto una divinidad descendiendo de los cielos y que sólo entendía de un tema, Manzanares en Sevilla… o Sevilla en Manzanares. Una vez más, como si no hubiera sido suficiente el indulto aquel, el de hace un año.
Dicen los enterados que ya lo de Manzanares con la Maestranza es un idilio que no pueden ocultar, que no les interesa ocultar, que ya es un completo descaro, que ya no les importa hacer alarde y ventilar tanto devaneo, que sus miradas los delatan, que entre palpitaciones y galanteos se pasan las tardes enteras exhibiendo su amor.
Un romance que se ha desplegado bajo la cómplice mirada del Guadalquivir, con su brisa como manto, con el color de los geranios y con el olor de los naranjos. Que él, de azul marino y oro, y que ella como siempre coqueta, todita de blanco con adornos amarillos y rojos. Dicen los que los vieron que andaban contentos porque andaban de feria. La octava de feria. Dicen que él es capaz de todo por halagarla, que hasta daría su vida por colmarla de alegrías, por hacerla sentir la más grande y la más bonita, y la de más solera. Dicen que él usa un lenguaje diferente, que abre sus brazos muy despacito, con cadencia, con suavidad y con ternura, de tal manera que ella termina por entregarse. Dicen que él hace alarde de inteligencia, de paciencia, de tiempo y de espacio, y luego entre adornitos cambiados la va convenciendo y seduciendo de a poco. Dicen que mejor gusto y delicadeza no podía tener, por eso la tiene a ella bien metidita en su muleta… Ella, ante tanto adorno y tanto mimo está que ya no se aguanta, está que hierve, está que no atina… y sucumbe cuando él se entrega recibiendo, en un tiempo, en dos tiempos ¿qué más da?, si pone el pecho por delante y dentro del pecho va su corazón, aguantando, a pies juntos, sabiendo que es en homenaje a su amada, en un exceso de precisión… en el último momento del duelo. Dicen que ella, la de blanco, después de tanto júbilo y entrega, lo despide con todos los honores, por la puerta, como un príncipe… haciéndole saber que siempre está lista para recibirlo de nuevo, en el momento en que él guste volver a ella.

lunes, 16 de abril de 2012

La Fiesta Brava NO DEBE estar a discusión de las mayorías


Ya he escrito mucho de este tema, pero es que me desespero. Hay amenaza de prohibición de los toros en la ciudad de México y ahora están haciendo encuestas en Durango, en donde obviamente la mayoría vota por desaparecer las corridas de toros. Lo que no han entendido es que la Fiesta Brava no es para las mayorías. Es justamente para una minoría que aprecia el arte y la belleza de esta tradición. No debe estar a discusión de la mayoría.
Los antitaurinos creen tener los pelos de la mula en la mano, pero en realidad son unos violadores del derecho más elemental: la libertad.
Analizando los argumentos de la mayoría de los pseudo protectores de animales, el tema se reduce a ver o no ver. Hace unos días una persona me expresó directamente su repudio a la fiesta porque mataban a un animal frente a 40,000 estúpidos, así llamó ella a los presentes en una plaza. O sea, ¿en un rastro no importa cómo muera un animal, si sólo lo ven 10 estúpidos, como ella misma les llamaría a las personas que trabajan ahí? Ya basta de insultos. Siempre han muerto animales, sólo que algunos en línea, en masa, amarrados, asfixiados en camiones de transporte, después de vivir toda su vida en engorda, en condiciones humillantes, con hormonas, en un metro cuadrado y sin más opción, como los animales en un rastro. A diferencia de otros, como es el caso de los toros de lidia, después de vivir cinco años como dueños y señores de un campo hermoso, mueren obedeciendo a su misma naturaleza de combate, con la opción de indulto.
El hecho de que los antitaurinos no vean como muere el pollo que se comen en su ensaladita súper sana no significa que el pollo no sufra. Si ese es el problema ¡no vean corridas de toros! Qué valientes me resultaron, van a un restaurante, escogen su langostita todavía nadando en la pecera y corren presurosos a su mesa para no ver cómo la echan al agua hirviendo, porque sienten feo, pobre langostita.
No nos interesa convertir a ningún antitaurino en taurino. Sólo que nos respeten. Porque si acaban con los toros, los taurinos nos encargaremos de que este grupo de incongruentes no vuelvan a comer res, ni cerdo, ni pollo, ni pescado, ni borrego, ni mariscos, ni conejo, ni nada, porque todos somos criaturitas del Señor ¿o qué creen ellos? ¿que los paquetes que compran en el súper de carne y pollo murieron de muerte natural?
¿Cuántas de estas personas han estado en un rastro? ¿Cuántas en una ganadería brava? Ese día se darán cuenta de lo equivocados que estaban.

lunes, 9 de abril de 2012

Juan y su eterna vocación de morir


El pasado 8 de abril se cumplió un aniversario más de la muerte de Juan Belmonte, acaso el torero más icónico de todos los tiempos. Un torero tan determinante en la historia de la fiesta brava que hasta la revista Times en los años 20´s, le dedicó una portada. Tenía un físico, si bien poco agraciado, si de marcada personalidad. De prominente mandíbula, su rostro es quizá uno de los más representativos del mundo de los toros.
Contaba Curro Romero en una biografía, que cuando niño, un vecino suyo de Camas, tenía a la entrada de su casa a manera de bienvenida, un imponente retrato de Belmonte, como si fuera un santo o una Virgen, porque en Camas, casi todos eran partidarios de Belmonte, aunque ya estaba retirado. Y es que hay toreros que más que figuras admirables se convierten en objeto de veneración, sin proponérselo, predicando de frente a sus miedos y pese a ellos.
Belmonte, un torero inmerso en el mundo intelectual, lector insaciable, devorado por las mismas letras que él devoraba. Contraparte de otro torero de los que trascienden… Joselito, su opuesto en toreo, rival acérrimo en los ruedos y su amigo fuera de ellos. Aseguran los que saben, que una parte de Belmonte murió también aquella tarde de Talavera.
Belmonte, quién dijo aquella frase “Se torea como se es”, revolucionó la manera de torear de su época, cuando no sólo se enfrentaba a las embestidas de un toro, sino además, empezó a experimentar el poder del temple. Poder, porque se trataba de decirle al toro a qué velocidad quería que fuera, y poder, desde el punto de vista estético y de transmisión. Torear más despacio y crear belleza.
Quizá Belmonte desde siempre estuvo predestinado a ser un suicida, por eso, la famosa anécdota de ¡Mátame! ¡mátame!... orden que le dio en su momento a un toro, que resultó, por suerte, desobediente.
Ya retirado, a los setenta años, siendo ganadero de toros y de caballos, murió. Sobran las hipótesis de su muerte, o más bien de las razones que lo llevaron a tomar esta radical decisión. Hay quien dice que fue el anuncio de una grave enfermedad, hay quien dice que más que enfermedad fue un mal de amores. Pudo haber sido la conjunción de ambas. Lo cierto es que, pese a tantos posibles motivos, el desenlace fue sólo uno.
Sucedió donde tenía que ser, en su finca de Utrera, donde tras un paseo nocturno montado en su caballo, reconociendo cada tramo de su amado campo bravo, volvió a casa convencido de que este paseo había sido el mejor epílogo para su historia.