lunes, 7 de diciembre de 2009

Hay veces que es mejor decir… no, gracias


Siempre es muy halagador cuando te invitan a participar en un evento, pero es de gente inteligente disculparse con toda educación y agradecer la atención si se está consciente que ya no es el momento.
Esto es lo que Miguel Espinosa “Armillita” tuvo que haber hecho ante la invitación para confirmar la alternativa a Cayetano Rivera Ordóñez.
Vi a un Miguel excedido de peso, sin facultades, y que no se estuvo quieto ni un segundo. Por otra parte, no se a santos de qué, los cronistas se empeñaron en taparle sus defectos y justificarle todo, tratando de engañar al público, que si Miguelito necesita un toro a modo, que si Miguelito es un torero de aroma y por eso no se acomoda con estos… ¡Nada! Miguelito ya no tiene sitio… punto. El colmo fue cuando metió la espada a su primero, una estocada defectuosísima, a la que el joven Murrieta calificó de ligeramente caída…

Proveniente de una de las dinastías taurinas más importantes, Cayetano Rivera Ordóñez es un torero de personalidad avasalladora, Giorgio no me dejará mentir.
Guarda gran parecido físico con “Paquirri”, su padre, pero como torero, Cayetano es más de detalles mientras que “Paquirri” era un torero reconocido más que nada por sus facultades físicas, dominio de las suertes y gran valor.
Ayer no pudimos ver una faena redondeada, aunque le vimos cosas muy toreras.
Pero todos esperábamos mucho más.

Sin embargo, el que se llevó la tarde, fue Octavio García “El Payo”, este joven torero queretano que venía cargando un gran peso ante la presentación de Cayetano y el regreso de Miguel. En su primer toro cortó dos orejas, aunque, con una hubiera sido suficiente. En su segundo toro, cortó una oreja. Salió en hombros.
Valiente, con ganas, con presencia, “El Payo” se suma a la lista de toreros que nos están devolviendo la esperanza en la baraja nacional.

jueves, 3 de diciembre de 2009

El "Emo Marketing" de José Tomás


Por: Martín F. Lagar

Antes de empezar, me gustaría dejar claro que José Tomás es un gran torero y que durante su primera época tuvo momentos esplendorosos que lo colocaron en un lugar privilegiado.

Yo me contagié de ese tirón y lo seguí durante varias tardes en España en las temporadas 98, 99, 2000 y 2001. Hice varios viajes ex profeso para ver a ese gran torero.

Saben, el pasado domingo a pesar de vivir a unas cuantas calles de la Plaza México, decidí no asistir a verlo, ésta es la historia:

Desde mediados de los “noventas” me dí cuenta que ir a la Plaza, me causaba mucho malestar, siempre salía a disgusto sobre todo, con el público.

A pesar de haberme formado desde el principio de los setentas en nuestra querida Plaza México, en la que conocí a grandes aficionados, ésta sufrió un gran cambio cuando la dejó el Dr. Gaona y entró primero al quite el Patronato y después Televisa.

Esta empresa apostó a principios de los noventas por un gran cambio en el espectáculo: dirigir las estrategias hacia la gran masa, olvidándose de los aficionados, buscó llenar los tendidos con sus falsas estrellitas y líderes de opinión en un país con un lamentable nivel educativo y cultural, y en principio le funcionó.

Los llenos se sucedían uno tras otro; pero dentro de la consigna estaba alejar a los aficionados, al sector, crítico y sobre todo, no invertir en formar a la nueva afición, nunca han hecho un programa medianamente serio de toros, quién no recuerda las crónicas de Don Pepe Alameda y su programa “Brindis Taurino” y otros anteriores como “Escuela de Tauromaquia” dedicados a instruir a la nueva afición.

Esos llenos en muy poco tiempo originaron que este público de ocasión, sin afición ni formación, decidiera retirarse de los tendidos para solo regresar cuando en los carteles se anunciaran a “súper estrellas”

El cinco de febrero se convirtió en su día favorito, el único día que se llenaba el gran embudo; está afición adicta a las tediosas corridas de ocho toros -con dos toros más para “chupar más cheves”, siempre quiere orejas, triunfos y si no, presionar para los famosos toros de regalo.

El ambiente se convirtió en algo bastante desagradable.

Una opción para los aficionados fue seguir la temporada en la Plaza México a través de la televisión sin necesidad de soportar a un público por demás irrespetuoso, indocumentado, inculto en materia taurina, borracho en gran medida y que va a la Plaza a comer pizzas, donas, cueritos, sopas maruchan, tortas, alegrías y demás productos que antes no se vendían en los Toros.

La televisión tampoco es la opción ideal, ya que hay que soportar al “joven” Murrieta que a pesar de llevar más de veinte años narrando corridas de toros, todavía no se entera de cuántos cuernos tienen estos animales: un personaje ñoño con un lenguaje cursi y almibarado sacado del México de los cincuentas, que todos los domingos se refugia en lugares comunes, que no deja de hablar y que cuenta las mismas anécdotas, como la del toro volador “Pajarito”

Quitando el obstáculo que representa el “joven” Murrieta creo que ver los toros por la tele, es la mejor forma de seguir este agonizante espectáculo que forma parte muy importante de nuestra niñez y juventud.

Hay aficionados que actualmente siguen la fiesta por la tele porque se encuentran físicamente impedidos por su avanzada edad para ir a la plaza y exponerse en las empinadas escaleras, los reducidos pasillos, los nauseabundos baños a partir del tercer toro, las incomodas localidades de concreto y otra serie de incomodidades como el estacionamiento de los coches. Son personas mayores que siguen la temporada desde sus casas, en asilos y algunos de ellos en hospitales. Adultos mayores que agonizan como la fiesta misma en muy pobres condiciones de vida, con pensiones precarias, insuficientes para atender sus necesidades primordiales.

También siguen las corridas por este medio, personas en provincia aficionadas a los toros, para las que resulta impensable hacer un gasto para asistir a los toros en la Capital y finalmente muchos aficionados sin empleo y sin dinero que han sido víctimas de esta última y despiadada crisis económica.

Por eso se me hace un gesto de una soberbia infinita, el de José Tomás, al prohibir la transmisión de su pasada corrida en la Plaza México. Un gesto que denota una gran insensibilidad y un desprecio por la afición y por la fiesta de los toros y no solamente en nuestro país.

Sostengo que José Tomás actualmente le hace un daño terrible a está fiesta agonizante con su soberbia. Desde que regresó a los ruedos en Barcelona, ha querido ponerse por encima de los demás toreros, con el cuento que es el único que pisa terrenos impensables, que es el torero más puro, el más valiente, el que está cosido a cornadas.

Él y los “palmeros” que lo siguen como hooligans faltan al respeto a su profesión, a los demás toreros y sobre todo, a sus alternantes.

De que sirve que llene de seguidores la Plaza de Barcelona un domingo, si al siguiente, no llegará a un cuarto de entrada aún cuando se anuncien a otras figuras indiscutibles como Ponce, El Juli y Manzanares. De que le sirve José Tomás a la Fiesta si sus seguidores sólo lo ven a él y a nadie más, y deciden no ir a la plaza si José Tomás no está en el cartel. Una vergüenza.

Y más su campaña publicitaria corrompiendo a la prensa taurina, para ponerla en contra de los demás toreros. Auto proclamándose como el mejor torero de la historia, vamos, anda ya lo que nos faltaba oír.

Por eso no fui el domingo pasado y la verdad es que me dio mucho gusto el triunfo de Arturo Macías. Me molestó que José Tomás no haya permitido ver a Macias a muchos aficionados y a sus seguidores en Aguascalientes. Me molestó que regalara un toro para intentar ganar deslealmente el mano a mano a Arturo Macías.

Me molesta ver su cara, por cierto con gesto arrogante y muy antipático en vallas, autobuses y microbuses, a los que ya en España han bautizado como él “emobus”, ¿por qué será?

Me molestó que el año pasado abriera la boca después de un gran silencio para decir que Enrique Ponce torea lejos y no se arrima como él.

Me molesta que se quiera instituir como el torero español consentido de la afición de la capital mexicana a toda costa.

No creo que Manuel Jiménez Chicuelo, Manuel Rodríguez Manolete, Paco Camino, Pedro Gutiérrez Moya “El Niño de la Capea” o Enrique Ponce, toreros en verdad consentidos de México hayan maltratado a los aficionados como lo hace actualmente este gran torero que es José Tomás.

A fuerza ni los zapatos entran, toreros en verdad consentidos en la Plaza México como los anteriores o por ejemplo el gran Manolo Martínez, Eloy Cavazos o Curro Rivera, llenaron muchas pero muchas veces la plaza hasta la azotea, incluso transmitiéndose por televisión abierta.

En fin, este regreso de José Tomás ha resultado muy dañino, muy cuidado por la mercadotecnia y su nuevo apoderado. Su propuesta torera ni siquiera ha igualado la de su primera época, abusa de presentarse en muy pocas corridas, en plazas en su mayoría de segunda y tercera categoría, matando toros de dos o tres ganaderías y ahora en su propuesta taurómaca se abusa del toreo con el pico de la muleta, la falta de temple, el unipase y sobran los enganchones y los achuchones. Busca la presencia del morbo a toda costa.

Lo que es impecable es su estrategia mediática, creando a un ser monástico, casi Dios, que no lo podemos ver ni tocar pero que debemos creer en él, y todo porque ha sabido alimentar muy bien a la prensa taurina.

En el caso de México, no resulta sospechoso que a raíz de su reaparición en Barcelona o en presentaciones importantes como la que tuvo en Madrid, los titulares del único programa taurino que sobrevive en la televisión mexicana “Toros y Toreros” de canal 11, asistan en directo en España a estas gestas de José Tomás, consigan los videos de sus tardes señeras y los reproduzcan en México, me pregunto: ¿Con qué recursos sostienen esta campaña, estos dos ilustres “gorditos”? que por cierto, utilizan un espacio de televisión patrocinado con recursos públicos del Gobierno de este país para todas las noches de los lunes hacer publicidad a los dos toreros pueblerinos que apoderan: Guillermo Martínez e Israel Téllez.

No pierden oportunidad para dar minutos de televisión a sus poderdantes. Ayer fue la gota que derramó el vaso, invitaron al programa al gran triunfador del mano a mano: Arturo Macías al que Pepe Mata no pierde ocasión para llamarlo despectivamente “Señor Cejas”, sin embargo, antes que darle su lugar, no perdieron oportunidad para pasar una faena equis del grandioso Israel Téllez comparándolo con Macías y proponiéndolos como la dupla para representar a México ante la torería española. Una vergüenza.

Foto de Jon Dimis, alojada en sanfermin.com