miércoles, 10 de mayo de 2017

Juan y José

“Qué cosas Juan, tanto rodar y estamos otra vez en donde lo dejamos...» 
«Pero a ti, Pepe, que te quiten lo bailado... y gracias Pepe, por llevarme a bailar.» 

Caña dulce, mamey colorao. 
Tú cabalgabas  y yo iba a la grupa en las largas tardes junto a la estufa del viejo café. 

Con las alas de tus cartas, José, atravesé todos los cielos de América 
contigo ¡AMIGO!


Esta es una canción de Serrat que habla de dos amigos que crecen juntos y la vida los separa para unirlos de nuevo, cada uno con sus diferentes circunstancias, pero al final tan amigos como siempre.
Hace poco conocí a Juan… otro Juan, quien asistía con José… otro José, a la Escuela de Tauromaquia de Madrid. De Juan desconozco el apellido; el nombre completo de José es José Miguel Arroyo “Joselito”.
Juan es mesero en un bar de temática taurina en la Plaza Mayor y fue ahí, entre copa y copa, donde nos platicó que había asistido a la Escuela de Tauromaquia de Madrid en la misma época en que estuvo José Miguel Arroyo “Joselito”. Fueron compañeros de clases. 
Ahora él atiende en un bar y Joselito es una Figura del toreo en el retiro. 
¿Qué le faltó a uno y qué le sobró al otro? ¿Hubo en uno más hambre que en el otro? ¿Hambre de todo tipo, hambre de no probar bocado, hambre de dejar de ser lo que había sido; de vivir otra vida; de salir de donde estaba? 
Recibieron la misma formación taurina en la Escuela de Madrid, pero hubo diferente concepción y diferente impulso. Nunca sabremos cómo toreaba Juan, pero sí cómo toreaba Joselito, que fue el que llegó al sitio al que sueñan llegar todos. 
Solo una cosa es cierta, lo único que unifica a dos jovencitos en la misma escuela son los sueños, y no lo que cada quien es capaz de hacer por cumplirlos. 
¿Qué fue diferente? quizá en casa de uno había pan caliente, más calidez y más estabilidad; en la del otro no había nada más que adversidad y malos augurios en su porvenir. 
Quizá para Juan el mundo de los toros se resumió a un sueño imposible de realizar, y para Joselito significó no solo un sueño que había que alcanzar, sino además la salvación de una vida que pudo haber sido entregada a los vicios y las malas compañías.
Al final ¿cómo se miden los sueños? ¿Cual mereció más ser cumplido? La única conclusión que se me ocurre es que la resolución y el carácter, sumadas a la ayuda del destino son lo que definen una historia.

Pero los sueños nunca caducan y son el motor para levantarse todos los días con actitud de Figuras. Gracias Juan por tu calidez y esos minutos de charla desde el fondo de tu corazón.