sábado, 26 de octubre de 2013

Tuve un sueño


El otro día, muy deprimida por la falta de dignidad en la Fiesta Brava Mexicana y el poco respeto que tienen algunos empresarios, ganaderos y toreros por su profesión y por el verdadero toro bravo, me fui a dormir, y entonces soñé….
Soñé muy raro… que una renombrada “figura” nacional sentía mucha frustración por ser cómplice de la denigración de nuestra Fiesta, y que tomaba la osada decisión de iniciar una campaña llamada “Dignificación de la Fiesta Brava Mexicana”, y entonces convocaba a una rueda de prensa donde anunciaba a los medios, ganaderos, colegas, empresarios y público en general, que él, si no eran toros con la edad reglamentaria y el trapío suficiente, no se iba a prestar a torear en ninguna plaza, y que sus alternantes tenían que aceptar esas condiciones de ganado con edad y en puntas, si es que querían alternar con él, porque él era el mandón… y que era necesario que los empresarios acudieran a ganaderías quizá no tan “prestigiosas” como las que irónicamente mandan novillos, porque él estaba seguro que si existían ganaderos éticos, y que entre todos, tenían que devolverle el respeto perdido al toro. Y entonces, en consecuencia, esa “figura” se convertía en la más admirada, la más cotizada y la más respetada, y todo el mundo hablaba de él, y empezaban a salir a la luz ganaderías diferentes, porque eran las únicas que tenían las corridas adecuadas para dicho torero… entonces, los empresarios empezaban a darse cuenta del ruido que todo ésto estaba haciendo, y, viéndolo más por su conveniencia, contrataban al torero bajo sus condiciones, y las plazas, al conjuro de ese nombre, se empezaban a llenar, porque no sólo querían ver al torero, querían ver al verdadero toro, querían volver a sentir la emoción, querían ver de nuevo una faena con verdad. Y entonces… una “figura” de las extranjeras también se unía a la causa, y ya eran dos comprometidos con esta dignificación de la Fiesta en México, y por ende, sus alternantes tenían que apechugar si es que querían alternar con ellos, que, sumado a lo que ya eran, se convirtieron en bandera de lucha de esta causa, y lograron superar su prestigio y pasar a la historia por su honestidad y su grandeza… y los empresarios entendían que esa era la única forma de ver sus plazas llenas y  hacer más afición y el público recuperaba la fe perdida… y nuestra Fiesta recobraba su dignidad y dejaba de ser una burla, y era reconocida mundialmente por la seriedad en sus festejos…
Luego, sonó el despertador…