jueves, 10 de enero de 2013

Fermín, muy lejos de todo


Ya han pasado varios días desde la faena de Fermín Rivera al toro Gavioto de San Mateo en la Plaza México, pero es la hora, que no me la puedo borrar de la mente. Muchos toreros de la actualidad provienen de destacadas dinastías, es el caso de Fermín Rivera, sin embargo, esto no ha sido excusa para no tener su propia personalidad, cuyo origen está sólo en él, y que lo coloca en una posición muy lejos de todos los otros. Porque no basta ponerse frente al toro, hay que tener sello propio.
Fermín no es un torero para villamelones, ni para masas bulliciosas; quizá por su gran sobriedad, aún no es lo comercial que una empresa hambrienta de buenas entradas pudiera desear, pero si le dan el apoyo y el tiempo necesario, si lo ponen en ferias importantes y alternantes a su altura, llegará a ser la figura que se vislumbra. 
Este torero, después de lo demostrado en la 12va corrida así como en la anterior temporada, merece estar en carteles de primera, con alternantes de primera. Porque él es un torero de primera. Un torero diferente a todos.
Mientras algunos, por no decir la mayoría, invierten 50% de su empeño en torear al toro y el otro 50% en torear al público en el tendido a fuerzas de aspavientos, gritos y desplantes fuera de lugar, Fermín se olvida de la gente, ¿qué importa quién estuvo en la plaza? Que si estaba llena, que si vacía… él está solo frente a su toro, lo demás le da igual.
Sobrado de valor, de cabeza y de técnica, Fermín dentro de su seriedad, transmite una gran emoción, aquella que el toro, actualmente en su gran mayoría, ya no puede transmitir. Una emoción que logra a fuerza de ir haciéndose de sus embestidas, a base de cabeza, de estructura, de quietud, de temple, de paciencia, de distancias precisas, de técnica, de transmisión, de serenidad. No se trata de una emoción basada en el encimismo sin ton ni son, ni en el tremendismo tan socorrido a falta de otros dones. Es una emoción sustentada, seca y sin oropeles.
Un torero de una sobriedad intimidante, para los que nos gusta que nos digan las cosas directas, pero bien dichas, con una dicción impecable, sin cuentos, sin protagonismos, sin palabras de más, ni de menos. Con argumentos convincentes, sustentados y verídicos. Sin dedazos ni faltas de ortografía. Y sin palabrejas mercadológicas que sólo sirven de paja para los que tienen poco qué decir.
Fermín innegablemente trae lo torero en la sangre, sin embargo, no utiliza de más esta circunstancia. El sabe que a la hora de torear, está solo, sin dinastía que lo avale.

2 comentarios:

Aureliano García dijo...

Enhorabuena, tu artículo como el toreo de Fermín Rivera: Claro, templado y lleno de clase.
Gracias por compartirlo.

Saludos

AG

Luna Turquesa dijo...

Hola Aureliano.
Muchas gracias por tus palabras.
El mérito enterito es de Fermín por su gran faena.
Feliz año 2013.