lunes, 21 de enero de 2013

¿“Mano a Mano”?


14va Corrida

Julián López “El Juli”
Diego Silveti

Ganadería:
3 toros de Fernando de la Mora
3 toros de Montecristo

“El Juli” (uva y azabache)
Silveti (verde manzana y oro)

La entrada como hace años no se veía en la México.

Una corrida parchada porque los de Fernando de la Mora no cumplieron con el trapío necesario. Desde las redes sociales iniciaron las protestas cuando se publicaron las fotos, qué vergüenza. Las corridas deben ser vistas y autorizadas antes de mostrarlas al público, ¿por qué no pueden hacer las cosas bien desde el principio?

Según la concepción de un “Mano a Mano”, éste es el enfrentamiento de dos toreros que se encuentran al mismo nivel de capacidades, de experiencia y al mismo nivel de arrastre popular, por lo que entre ellos existe una rivalidad.
Últimamente en varias plazas de la república mexicana, a las empresas les ha dado por realizar este tipo de encuentro, tan dispar. Claro, a falta de toreros que estén al nivel de los extranjeros, quieren forzar carteles que sólo ponen de manifiesto que a nuestras figuras en ciernes, aún les falta un gran camino por recorrer. Y no es culpa de ellos, los jóvenes van muy bien, son valientes, tienen decisión, pero les falta mucho para realizar un verdadero mano a mano.
Entre “El Juli” y Silveti, la diferencia de edad es mínima, uno tiene 30 y el otro 27, “o sease”, prácticamente iguales, pero lo toreado por “El Juli”, está a miles de años luz, de la experiencia que puede tener Silveti.
“El Juli”, pese a ser un torero muy joven, tiene la sabiduría y el poder que resultan de tantas horas de vuelo. Es un torero que a sus escasos 15 años tomó la alternativa, lo cual significó, que a una edad donde la mayoría de las criaturas están jugando Xbox, o su mamá los lleva a clases de Tae Kwon Do, este niño era ya un hombre a fuerza de estar en contacto directo con la muerte, con la sangre, con el sudor, con el bufido de un toro. Luciendo en el rostro cicatrices que no fueron precisamente por la caída desde un columpio. Convertido a los 15 años en un hombre a fuerza del hambre que ya desde entonces sentía, y que no ha dejado de sentir en ningún momento. Esa es la diferencia entre los toreros… y los grandes toreros.

Silveti… este caso me preocupa mucho. El torero tiene calidad, decisión, técnica, valor, lo que no ha demostrado y cada vez veo que lo demuestra menos, es ganas de forjarse una personalidad propia. Cada vez lo veo abusando más de la imagen de su padre. Como si se sintiera desamparado sin símbolos como el capote de paseo de la Virgen de Guadalupe. Es hora de darle un beso entrañable a ese capote y dejarlo bien guardado entre las cosas queridas de su padre. Y hacerse de uno él, diferente y propio. El capote como un mero ejemplo. Es momento de dejar de brindar el toro al cielo. O hacerlo en privado antes de partir plaza para no correr el riesgo de parecer que lucra con el recuerdo del padre. Es hora de que en las entrevistas hable menos del padre y más de él, si es necesario, que le pida a los comentaristas no preguntar nada alusivo a David. Y luego ¿a santo de qué se le pone Mar de Nubes al toro que lidió? ¿de verdad sienten que ésto lo ayuda?
Diego tiene muchas cualidades, quizá le falte tanto a él, como a sus administradores, confianza de que estas cualidades, por sí solas, son suficientes para aspirar a ser figura del toreo. Con solo verlo, sabemos de quién es hijo. No hace falta más. 

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