Al final ¿qué son las orejas? números,
retazos de toro, estadísticas… pero de ninguna manera garantía de que una faena
permanezca por siempre en el corazón y en la mente del espectador.
Una faena puede no resultar en el corte
de orejas y sin embargo, ser de las más importantes de una temporada, por lo
que dijo, por su estética, por su elegancia, por su cabeza, por su diálogo.
Una faena memorable debe hacerte sentir
como cuando vas a un concierto o al cine y ves una obra de arte que te marca
para el resto de tu vida, como cuando acabas un libro, sin querer acabarlo,
porque con ese libro lloraste y con ese libro comprendiste tantas cosas que
antes no entendías.
Es cierto que a Fermín Rivera le urge un
triunfo redondo en la plaza México, y ese día era el domingo, donde lo único
que le faltó fue matar bien para cortar las orejas, y por fin, salir en
hombros. Hace ya varias faenas lo merece.
Sin embargo y pese a las fallas con el
acero, lo hecho esta tarde por Fermín Rivera seguramente serán de las faenas más
importantes de esta temporada y de muchas. Porque fueron faenas con contenido,
con estructura, que servirán de referente para otros toreros, para su
educación, análisis, faenas trascendentes por sus tiempos, sus espacios, su
inteligencia.
Fermín es elegante y sobrio. Sabe los
recursos que debe usar, sin despilfarrar, ni empalagar
¿Qué dicen que se debe alocar para
conectar? ¿Qué debe modificar un poco su estilo para llegar a más público? No,
no estoy de acuerdo con eso. Él conecta con quien debe conectar y está claro que
nunca será un torero de masas, se vio ayer en la taquilla. Pero lo exquisito no
es de masas, las masas necesitan otra cosa y él no está para esas cosas. Para
eso hay muchos toreros nacionales y extranjeros.
Fermín es un estilo diferente a todos.
Ese espectador que ahora no entiende a
Rivera, no lo va a entender si se descose y se descara, porque ese, no sería
Rivera.
La espada… la dichosa espada ¿pero se
fijaron cómo, durante la preparación a la muerte y mientras se perfilaba, en
los tendidos reinaba un silencio sepulcral? La gente acompañando al diestro en
la suerte… acompañando a diestro y a toro, uno para matar y el otro para morir.
Lástima que no atinó a la primera, pero esa comunión solo habla de la seriedad en
el quehacer del torero y de cómo los presentes, pocos pero realmente taurinos, correspondían
a esa seriedad.
Ahora, hablando del primer toro de Sergio
Flores ¿no vieron esa tanda que le pegó? Esos derechazos largos cuan largo es
el brazo del torero, extendiendo la embestida, con esa hondura del toreo mexicano;
y el toro iba bien, lo mandaba hasta allá y hasta allá se iba. Quizá pocos se
percataron, porque solo fue una tanda y además fue corta, y luego… que “el toro
cambió de lidia”. Y sí, cambió de lidia, pero ¿por qué cambio de lidia? Hubo un
instante, una micromilésima de segundo, en que en un muletazo, Sergio le
adelantó la muleta, casi imperceptible, pero así fue. Y ahí es dónde recuerdo
las sabias palabras de mi Maestro Pastelerito que me decía: “El toreo es
matemático…” y si, cuando enfrente hay un toro con edad, ese adelantamiento es
grave porque el toro siente al torero, y a partir de ahí, Sergio perdió la
distancia y el temple que ya había agarrado, y el toro supo donde estaba la
presa. No fue un mal toro, sino que lo dejaron sentir. Una lástima porque esa
única tanda, por momentos me hizo concebir ilusiones. Me gusta Sergio, me gusta
su toreo, creo que es uno de esos toreros tan escasos que interpretan la
mexicanidad. Y bueno, esta tarde no fue posible el triunfo. El segundo toro,
ese sí, no había por dónde.
Para finalizar, algunas cosas de esta corrida
se omiten por irrelevantes, otras por respeto al lector.
No hay comentarios:
Publicar un comentario