Cuando se toma conciencia de que sólo existe el día de hoy
en el calendario, todo cambia. Cambia la percepción y cambia el actuar. Un día
es igual a una oportunidad.
En ese instante, se puede optar por uno de dos caminos: 1. Dudar
y achicarse. 2. No dejar escapar esa única oportunidad para llegar al objetivo
trazado.
Si se opta por lo segundo, automáticamente las adversidades
se tienen que pasar por alto. Hay que brincarlas. Aunque sea apilando huacales.
Una persona decidida no se detiene ante nada. Se le nota en
el rostro, en cómo camina y hacia dónde camina. Se le nota en la mirada y también
en la quijada.
Muchas veces se encuentra con puertas cerradas, pero está
dispuesto a tumbarlas, a encontrar las llaves, o a traer un cerrajero.
La decisión es la causante de que, pese a todo, las cosas se
den, como sea, pero se den.
Quien decide hacer algo, borra de su diccionario la palabra
imposible y también la palabra después. Y nunca dice que lo va a intentar, porque
el verbo intentar, es darle una posibilidad al fracaso.
Una persona decidida convence, sea cual sea su argumento.
En esta Feria de San Isidro, en Madrid, hemos tenido
ejemplos muy gráficos de lo que es la decisión, empezando por Perera y siguiendo
por Silveti, quien pese a las inclemencias del tiempo, soltándose un diluvio y
granizada justo en su toro, triunfó. Sólo tenía un día firmado en la Feria y en
consecuencia, actuó. También lo hizo Fandiño, aprovechando un toro a cabalidad
y luego, entregándose en el momento de la muerte, poniendo su cuerpo por
delante.
En contraparte, Talavante en su encerrona. Indudablemente valiente
desde que se anuncia en una gesta heroica de estos niveles, pero dejándose ganar
por el gran peso de este compromiso. Su actitud era como si hubiera un número
indefinido de toros en toriles. Siempre esperando que el siguiente fuera el del
triunfo. Es cierto que hacía aire y que los toros no eran fáciles, pero desde
que te anuncias con seis Victorinos, sabes que deberás echar mano de tus dotes
lidiadoras. Si no, mejor te encierras con seis ganaderías diferentes. Se la jugó
a cara o cruz.
Y luego el contraste. Ese mismo torero, el viernes 24 de
mayo, saliendo por la Puerta Grande, reconciliándose con Madrid. Porque decidió
borrar la anterior tarde.
La decisión puede ser la diferencia entre la puerta abierta
y la puerta cerrada.
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