lunes, 2 de noviembre de 2009

Sobrados motivos para estar de duelo


Gran tristeza me causó enterarme del nuevo espectáculo que se está presentando en Las Vegas entre octubre y noviembre.

A la más pura manera del país vecino, bajo sus condiciones y estatutos, se representa un show que asemeja una corrida de toros.

Los boletos van desde los 50 hasta los 275 dólares, eso si, este precio incluye cocktails, seguramente servidos por señoritas finamente ataviadas con minúsculos atuendos tipo Playboy. El espectáculo es traido por Don Bull Productions, primo hermano de Don King Productions.

Lo más triste del caso es que intervienen figuras de la talla de Enrique Ponce y José Ortega Cano. ¿será esto un augurio de la decadencia global de la fiesta brava? ¿por qué figuras de esa talla aceptan participar en este tipo de espectáculos que alteran la esencia misma de la fiesta, profanándola, y, por qué no decirlo, prostituyéndola? No cabe duda que todo el mundo tiene un precio, y estos matadores se vendieron muy barato.

Todo esto deja un inevitable dejo de nostalgia, al recordar el romanticismo de la otrora fiesta, cuando personajes como salidos de una novela de Luis Spota, con una afición desmedida daban todo a cambio de una oportunidad.

Este dos de noviembre se cumplieron dos años del fallecimiento de uno de estos personajes. Tuve la suerte de conocerlo y de disfrutarlo en innumerables ocasiones, tanto toreando, como desgustando una sopita de fideo en mi casa, a la que regularmente acudia, cuando estaba en la ciudad de México.

Originario de Saltillo, Coahuila, siempre sostuvo su deseo irrefrenable de hacerse figura del toreo, al grado de hacer huelga de hambre afuera de la Plaza de Toros México, por una oportunidad para jugarse la vida… irónico. Esta oportunidad le fue concedida un 24 de septiembre de 1972, alternando con Marcos Ortega y Jaime Solo, con toros de la Viuda de Fernández.

Desde novillero, hasta aficionado práctico, siempre lució atlético, valiente, apasionado y entregado, como un maletilla con sed de gloria.

Siempre presto para hacerle el quite a cualquiera de sus alternantes por lo que cosechó amigos para toda la vida, que con el tiempo, se convirtieron en hermanos.

Y asi como era de entregado para los toros, lo fue para todo, para sus amigos, su trabajo, y sobre todo, para su familia, su esposa Lucía y sus tres hijas Karla, Pamela y Tania.

El 27 de octubre de 2007, en la plaza Nuevo Progreso de Guadalajara se realizó el Tercer Congreso Internacional de Aficionados Prácticos. Le tocó el cuarto de la tarde, de nombre “Vivillo”. Una tarde, como siempre, de entrega desmedida, que le valió ser el triunfador del festejo. Con esa imagen partió, y con esa imagen nos quedamos todos los que lo recordamos.

Han pasado ya dos años, y seguimos sintiendo el gran hueco de su ausencia.

De consuelo nos queda, la satisfacción de saber, que si le hubieran dado a escoger su propia muerte, esta habría sido.

Tuvo el gran privilegio de morir como soñó, triunfando, frente a la cara del toro, en una plaza de primera categoría.

Y seguramente, desde donde está, podrá afirmar que lo que pasó aquella tarde en Guadalajara no fue mala suerte… “mala suerte es no conocer la técnica del toreo”.

 

Carlitos Vargas… In Memoriam

No hay comentarios: