lunes, 30 de noviembre de 2009

El Rockstar se ha equivocao


En enero de este año, al saber que José Tomás torearía en la Plaza México y la corrida no sería televisada a petición suya vía su apoderado Salvador Boix, no lo pensé dos veces y viajé a Ciudad de México. El hecho está registrado en tres post que reseñé en El Blog del Zorombático. La ilusión fue mucha pero la decepción mayor.
Y fue así porque conozco a Tomás desde hace mucho. Se hizo en México; toreó muchas novilladas y se doctoró en La México en 1995; yo estuve ahí y me emocionó su verdad y la sangre derramada en su segundo toro. Después lo seguía cada vez que podía. Una vez, con mis amigos el Pulquémoc y el Vasco Incháustegui lo seguimos hasta Puebla, donde triunfó en la bella plaza de El Relicario. Fue tanta la emoción que salimos toreando los tres, más amigos que nunca, por culpa de eso que Curro llama complicidad.
Conocí a José Tomás antes de que se volviera la diva que es hoy, antes de que se convirtiera en el rockstar del toreo.
Sin embargo, los "diferentes" en la fiesta siempre han existido; llámense "mandones" o el elegante término de "heterodoxos" que el inolvidable José Alameda acuñó para una pléyade apartada de toreros excepcionales. Yo me doy el lujo de llamarle a Tomás "rockstar" como a esos señoritos que se les sube la fama y creen que el éxito es hacer cosas infames más allá del escenario.

Manuel Benítez El Cordobés, fue considerado heterodoxo por Alameda, fue mandón y para mi gusto, fue un rockstar primigenio, tal vez el primero. El Cordobés también y a su modo, le pisó terreno a los toros, se retiró, volvió e hizo cosas raras; sin embargo y que yo sepa, jamás sacó las cámaras de televisión de una plaza de toros. Al contrario de José Tomás, El Cordobés era un torero mediático y veía en los medios (tal vez sin querer o sin saber) un espacio de promoción no solo para su toreo, sino para el toreo de los demás e inclusive, la promoción turística de España. En los tiempos en que el de Palma del Río hacía furor, en todos los cines del mundo se proyectaban sus faenas antes de que iniciara la función principal; inglesas, francesa y americanas al ver la sonrisa franca y el copete en blanco y negro del matador, morían de ganas de ir a España para verlo torear y de paso, pasar el verano en Andalucía. No es casual que en los sesentas, España se convirtió en el país más visitado del mundo.
José Tomás en México es promocionado como "el mejor torero del mundo", tal vez lo sea o al menos, el escalafón así lo indica; entonces, por qué no usar a los medios para su promoción. Por qué privar a los aficionados que queremos verlo y no podemos presenciar físicamente su liturgia torera. En tiempos donde los medios se democratizan, donde la tecnología ha echado mano, ¿por qué no aprovechar para sacar del bache a la fiesta enseñando a los nuevos aficionados y evitar o por lo menos postergar su muerte anunciada?

Ayer al Monstruo de Galapagar no le fue bien, me dicen tres cronistas que a su modo lo defienden y lo atacan. Tres cronistas que al parecer vieron tres corridas diferentes. Uno vio a un José Tomás vestido en "el terno más horrible que tiene" y otro lo observó enfundado en un "hermoso vestido champaña y oro", mientras que el tercero solo habló de la parquedad de un "terno color canario". Yo sólo vi una corrida repetida para "rellenar" el vacío de la corrida del domingo en la tele: era la corrida del 5 de febrero, donde Arturo Macías "El Cejas" cortó orejas y rabo y se le puso al tú por tú a Enrique Ponce.
Ahora me entero que le ha pegado un baño a José Tomás. Me da mucho gusto.

* Foto de Notimex publicada por La Jornada.

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