lunes, 16 de noviembre de 2009

La diferencia entre estar bien y dejar el alma


Este 15 de noviembre, con toros de la ganadería de Barralva, enclavada en Santa Rosa Jáuregui, Qro. se dio la segunda corrida de la temporada con una entrada significativamente menor que la semana anterior.

Fernando Ochoa salió luciendo un hermoso terno negro y oro.

Le tocó en suerte “Cronista”. Fernando tenía toro para armarla en grande. Estuvo muy bien toreándolo tanto por el derecho como por el izquierdo, pese a que se quedaba un poco corto, logró sacarle buenos naturales, rematados por el de pecho. Ochoa bien, sereno, reposado, con clase…pero ¿por qué no alcanza a romper? Tomó la alternativa en enero del ‘96, o sea, tiene 13 años de matador de toros, tiene clase, tiene tipo, ha toreado muchísimo… pero ¿qué pasa? Con el primer toro de su lote, estuvo bien… pero era para una faena memorable… y no… estuvo simplemente bien. Es increíble como pasa el tiempo, todavía vemos a Ochoa como un torero de la baraja joven de México, y quizá por eso seguimos permitiéndole que este “bien” cuando ya es hora de arrebatar. Es un torero que lo tiene todo, pero con medida. ¿Será, como dice un buen amigo, que se ha instalado en su “Zona de Confort” donde cumple con eficiencia su profesión, pero sin arriesgar más? Es urgente que salga de esa zona, porque creemos en él y apostamos por él, pero necesitamos más, necesitamos toreros de polémica, de competencia, de rivalidades, no toreros que estén… bien.

 A Miguel Ángel Perera, de verde botella y oro, le tocaron toros complicados, sin embargo, este muchacho se queda muy quieto. En el toro de regalo me gustó mucho como gira sobre su propio eje y no le quita la muleta de la cara, para ligar los pases. A pesar de su estocada defectuosa, cortó una merecida oreja. Es aún muy joven pero tiene maneras, técnica, aguante y ganas de llegar lejos, me gusta.

José Mauricio, de burdeos y oro, es una nueva  promesa entre los toreros mexicanos. Lució empeñoso, valiente. En su primer toro, tras una certera estocada cortó una oreja.

En este encierro de Barralva llama la atención la especial resistencia que tuvieron tres de los toros a entregarse a la muerte, a pesar de ser una escena de gran dramatismo, representa también la grandeza de esta raza, que aún herida de muerte, se niega a su derrota, y lucha hasta el final con la característica más importante de los de su especie: su bravura.

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