A propósito del “Mano a Mano” que se llevó a cabo la semana pasada entre “El Pana” y "Frascuelo", en Guadalajara, España, donde la actuación del de Apizaco dejó un grato sabor de boca...
El Pana tiene muchos detractores; su personalidad es
diferente y lo diferente causa miedo… salirse de los cánones previamente “autorizados”
y de lo considerado “bien visto”, siempre implica un atrevimiento, y no sólo del
ejecutor de dicha acción, sino también de todo aquel que lo apoya.
Pero la explicación es tan simple como compleja: El Pana es
osado. No le da miedo su edad, ni el ridículo. Y lo más importante, nunca ha
permitido que sus sueños claudiquen. Aquella tarde del 7 de enero del 2007, en
su supuesta despedida en la México, surgió la magia en la faena a “Rey Mago” de
Garfias, así como un susurro irónico del destino preguntándole: “¿Así que te retiras?”.
A lo que él respondió: “después de ésto, claro que no…”.
El Pana es un ejemplo de perseverancia o necedad, según el
enfoque que se le de. Representa todo lo que quisiéramos ser… y no nos
atrevemos. También es un espejo frente a nuestras debilidades y caídas. Por eso
es admirado o rechazado, según lo conscientes que estemos de nuestra propia
imperfección. Todo lo que un ser humano es por naturaleza: tentado por los
vicios, vulnerable y expuesto a los ojos críticos de todos. Y por otro lado, un
ser auténtico y sensible, viviendo intensamente la historia que él mismo eligió.
Yendo por la vida con la convicción de su propio personaje. Por eso mucha gente
lo juzga tan severamente, porque de alguna manera, se quisieran ver reflejados,
pero no pueden.
Para ser como el Pana hay que ser valientes, anteponer los
sueños, al “¿qué dirán?”. Hay que romper estilos y protocolos. Hay que arriesgar,
no sólo frente al toro (el único que no tiene prejuicios) sino frente al mundo.
Se requiere mucho valor para apostarlo todo a unos cuantos detalles
en cada faena, y ser el torero del que salen hablando al final.
Es muy cómodo no salirse del molde. Actuar como lo convencionalmente
aceptado. Con eso está la mitad del camino recorrido. Lo difícil es no
parecerse a nadie. Y por ello, El Pana, con todas sus carencias y con todos los
obstáculos en el camino, es un personaje que sigue marcando -aún a su edad- su
nombre en la historia de la Tauromaquia.
Ninguna escuela vende manuales de personalidad. Ninguna
escuela enseña hondura, ni expresión.
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