El otro día, muy deprimida por la falta de dignidad en la Fiesta
Brava Mexicana y el poco respeto que tienen algunos empresarios, ganaderos y
toreros por su profesión y por el verdadero toro bravo, me fui a dormir, y
entonces soñé….
Soñé muy raro… que una renombrada “figura” nacional sentía mucha
frustración por ser cómplice de la denigración de nuestra Fiesta, y que tomaba
la osada decisión de iniciar una campaña llamada “Dignificación de la Fiesta
Brava Mexicana”, y entonces convocaba a una rueda de prensa donde anunciaba a los
medios, ganaderos, colegas, empresarios y público en general, que él, si no
eran toros con la edad reglamentaria y el trapío suficiente, no se iba a
prestar a torear en ninguna plaza, y que sus alternantes tenían que aceptar
esas condiciones de ganado con edad y en puntas, si es que querían alternar con
él, porque él era el mandón… y que era necesario que los empresarios acudieran
a ganaderías quizá no tan “prestigiosas” como las que irónicamente mandan
novillos, porque él estaba seguro que si existían ganaderos éticos, y que entre
todos, tenían que devolverle el respeto perdido al toro. Y entonces, en
consecuencia, esa “figura” se convertía en la más admirada, la más cotizada y
la más respetada, y todo el mundo hablaba de él, y empezaban a salir a la luz
ganaderías diferentes, porque eran las únicas que tenían las corridas adecuadas
para dicho torero… entonces, los empresarios empezaban a darse cuenta del ruido
que todo ésto estaba haciendo, y, viéndolo más por su conveniencia, contrataban
al torero bajo sus condiciones, y las plazas, al conjuro de ese nombre, se empezaban
a llenar, porque no sólo querían ver al torero, querían ver al verdadero toro,
querían volver a sentir la emoción, querían ver de nuevo una faena con verdad.
Y entonces… una “figura” de las extranjeras también se unía a la causa, y ya
eran dos comprometidos con esta dignificación de la Fiesta en México, y por
ende, sus alternantes tenían que apechugar si es que querían alternar con ellos,
que, sumado a lo que ya eran, se convirtieron en bandera de lucha de esta
causa, y lograron superar su prestigio y pasar a la historia por su honestidad
y su grandeza… y los empresarios entendían que esa era la única forma de ver
sus plazas llenas y hacer más afición y
el público recuperaba la fe perdida… y nuestra Fiesta recobraba su dignidad y
dejaba de ser una burla, y era reconocida mundialmente por la seriedad en sus
festejos…
Luego, sonó el despertador…
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