La noticia que motiva esta columna fue la “menos importante”
de la semana en el mundo taurino. Yo me enteré gracias a un medio: “Con el
Toro”, pero fuera de éste, no encontré nada más.
Murió el sábado antepasado el torero Santos Gaspar May Hau
“El Tío”, a consecuencia de una tremenda cornada en el tórax, del toro
“Colorado”, en la corrida celebrada en Xoy, Yucatán. Un torero de la legua.
Y muchos se preguntarán ¿por qué mencionar ésto? si la
noticia del momento es que la encerrona de Manzanares en Sevilla no fue tan
buena como se esperaba.
El camino no ha sido fácil para ningún torero, sin embargo,
conocer solamente a los famosos, ver sus entrevistas en el Hola y sus fotos modelando,
no nos hace conocedores de toros. Lo que vemos ahí es sólo la punta del
iceberg. Debajo de todo ese glamour hay un mundo mucho más grande del que se
ve.
Cantidad de muchachos lidian en pueblitos ínfimos ganado que
sabe hasta latín, de media casta, toros famosos porque en todos lados los han
toreado ya. Se juegan la vida en medio de la nada, y para nada. Sin asistencias
médicas, sin un centro de salud cercano; y nadie puede
decir que son menos toreros que los otros. En esos lugares, igual que en la
plaza más importante, se ve de frente a la muerte. Pero más fea, y más cerca, porque
se torea con todas las desventajas.
Hombres que exponen su vida igual que el que cobra diez
millones de pesos.
Los aficionados deben acercarse a estos eventos, sin
juzgar técnica, ganado, ni apariencia. Sensibilizarse ante otro mundo más modesto
y polvoriento, sin caras bonitas, ni cuerpos perfectos, pero donde también se
respiran ilusiones, se vive la gloria de una sola tarde en un pueblo que no aparece
en ningún mapa, y en donde lo más importante que sucede en todo el año, es
justo ese festejo. Y los que participan en él, son los personajes del momento,
y los niños quieren ser como ellos y las niñas se enamoran por primera vez.
A partir de eso, entendemos muchas cosas.
Si no conocemos también esta cara de la Fiesta, no sabemos
nada.
Detrás de esos trajes roídos del sol, remendados y oxidados,
está la parte más humana de la Fiesta Brava. Descanse en paz “El Tío”.
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