lunes, 9 de enero de 2012

El duende ha partido plaza


10ma Corrida
8 - enero 2012

Pedro Gutiérrez “El Capea”
Fermín Rivera
José Mauricio


Toros: La Estancia

Fermín Rivera demostró una tarde más que es un torero serio, con oficio, sin aspavientos y enfocado en lo suyo, que es torear.

Esta tarde, José Mauricio se encontró. Sabíamos lo buen torero que es, pero en la pasada temporada no se sintió de vena y pasó sin pena ni gloria.

En cambio esta tarde, llegó mentalizado, convencido y con más sitio que en la pasada temporada.

Una tarde en que nos dejó ver de qué está hecho un torero. Ya que con el primero, Fuentespina, demostró oficio, valor y quietud. Era un toro difícil que se revolvía en corto, áspero. José Mauricio hizo su faena encunándose, estando cerca, sometiendo, toreando con decisión y cortando una más que merecida oreja.

A su segundo toro, que resultó el mejor de la tarde, Piamonte, lo aprovechó cabalmente, con buen gusto y gustándose, recreándose, haciendo alarde de estética con su cuerpo y el del toro, conjuntando entidades, fundiéndose en uno mismo en la representación del todo, olvidándose del torero y del toro para convertirse en una sola expresión, gozándose y gozando cada embestida del magnífico toro que le tocó en el sorteo, una media verónica dibujadita, deletreada, con la muleta un torero sereno, seguro, asentado, dejando fluir al toro, dejando fluir su arte, transmitiendo, acompañando el derechazo con la cintura, dejando desmayado el brazo izquierdo, despreocupado, relajado, sin tensión, muy vertical, un torero fresco, sin alardes, pero con una gran sonrisa que no podía evitar, y nadie la podía evitar, estábamos ante una escena única. Acompañado con cuello, con la cara, con todo, porque se torea con todo, el cuerpo entero es un instrumento de transmisión. Pases de pecho largos, cambiando de mano… sin dudas, sin miedos, entregado. Toro y torero haciendo solo suya esa escena. Un toro excepcional frente a un torero que lo supo entender y lo supo aprovechar, y le supo conjuntar expresiones de toro y torero para crear una unidad. Por momentos se dejó empalar y se atascaba de toro, pero era normal, era su tarde, y era el toro soñado, y era la México, y él estaba embriagado. Falló con la espada y perdió los trofeos.

A cada uno de sus toros les dio el tratamiento adecuado, al áspero, estuvo en lidiador, en aguante, estuvo cerca… al toro bueno, lo hizo su cómplice y juntos hicieron poesía.

Hubieron reventadores en la plaza, como de repente se acostumbra, pero un mensaje para José Mauricio, como diría Don Quijote: ¡Nos ladran Sancho!, señal de que avanzamos.







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