Esta tarde fue como si se hubieran infiltrado los
antitaurinos para acabar de una vez con todo. Qué cosa tan fea. Y no lo digo
por los toros, que pese a que eran de una ganadería de la que no se tenía mucha
información y fueron descastados, en general, fuera del regalo y el segundo del
Chihuahua, fueron nobles y toreables.
El tema de los toreros es cuestión de gustos muy personales.
Yo no soy partidaria del toreo de alardes, de torear al tendido, de hacer shows
fuera de la cara del toro, ni frente al toro. Los shows hay que dejarlos a los
magos, a los malabaristas o a los trapecistas. Pero bueno, al final hay un
público que se emociona con este tipo de toreros y muchas veces este estilo, es
el que jala por primera vez a una plaza a mucha gente, y ya que van
aprendiendo, van variando sus gustos… o no.
José Luis Angelino y “El Chihuahua” en su papel, haciendo
como que se enojaban, o a lo mejor si se enojaron, un espectáculo fuera de
lugar y ya le daba un beso uno y el otro lo rechazaba y se soltaban manotazos y
se empujaban... no puede ser.
Y luego José Mauricio. Este torero, que teniendo todo para
posicionarse donde él quisiera, valor, carisma, arte, clase… y le falta lo más
importante, corazón. No hubiera tenido que regalar ese último toro que salió
tan falto de calidad, su segundo toro no fue malo, al final se fastidió y se
fue para abajo, pero si lo hubiera lidiado con convicción, hubiera podido hacer
una faena. Lo más importante que le falta no se lo va a dar un toro, así sea de
la calidad de “Gibraltar”.
Siento feo decir esto, porque José Mauricio es un torero que
me gusta mucho, pero llega un momento en que el tiempo pasa y las oportunidades
también. Es cierto que no torea mucho, pero por eso mismo, no puede dejar pasar
ni una oportunidad, hay que agarrarse hasta con las uñas de esa posibilidad de
triunfo, hacerse a la idea de que quizá será la última.. porque si no, seguro lo
será.
Una tarde sin nada que rescatar, que acabó de rematar el
empresario de la plaza, expresándose de una manera muy fuerte, vulgar y
corriente de un conocido caballista que al final no toreó en esta temporada.
Independientemente de que sean ciertos los argumentos ¿es que no conocen la
palabra diplomacia? ¿O no pueden tener alguien que hable por la empresa, si la
empresa es incapaz de tener tacto? Seguro después de ésto, ya nunca contará en
su elenco con el caballista, y me van a disculpar, pero les guste a muchos o
no, qué buenas entradas generó siempre en la Plaza México, que es al final el
interés de toda empresa. Hay maneras de decir cualquier cosa, no hay que perder
los papeles.
La temporada cerró de forma deprimente. No se si vengan
tiempos mejores, no se qué vaya a pasar en las siguientes temporadas, sólo nos
queda hacer un recuento de lo rescatable, lo digno, lo artístico, lo verdadero
y lo otro, lo que fue mentira, lo que fue mercadotecnia chafa, lo burdo, lo
corriente, lo inconsistente, enterrarlo o quemarlo; o mejor denunciarlo,
repudiarlo y no permitir que vuelva a suceder.
Esperemos que en el caso de esta corrida, la memoria tenga
grietas, que forme parte del mecanismo de defensa para no perder la pasión.
Porque si empezamos a hacer un recuento a detalle de todo lo que fue y no
debería haber sido en esta Temporada, puede que nos convirtamos al grupo de los
antitaurinos, todo antes de ser cómplices de la destrucción.
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