Esta semana hubo dos buenas noticias en España y México, para
descubrir nuevos valores dentro de la Tauromaquia. En España inicia el programa
“Eres Torero”, organizado por “El Juli” y Canal Plus, donde a través de diversas
etapas, darán oportunidad a varios aspirantes. Y en México inicia “Descubriendo
a un Torero” donde se involucrarán la Asociación Nacional de Criadores de Toros
de Lidia, la Asociación Nacional de Matadores, la Unión Mexicana de Picadores y
Banderilleros y la Asociación Mexicana de Empresarios Taurinos. Toda iniciativa
que apoye a la Tauromaquia es de aplaudirse.
A partir de ahí, al triunfador se le abrirán muchas puertas.
Se ahorrará muchas “casetas de peaje”. Pero por otro lado, ésto puede acabar con
lo que queda de Romanticismo en la Fiesta.
Leí una entrevista que Manolo Herrera le hizo a Rafael Gil “Rafaelillo”,
director, junto con Alejandro Uvario, de la Escuela Taurina de Zacatecas. Manolo atinadamente le sugería que les
inculcaran “Romanticismo” a los muchachos, lo cual podría hacer la diferencia
entre un torero y otro.
Por un lado sabemos que el camino es difícil, que hay buenos
toreros que se pierden, que si a tal o cual le hubieran dado más toros…; pero
por otro lado… ¿y si esa misma dificultad es el filtro por el que tienen que
pasar para comprobar si realmente tienen vocación?
Después de la técnica, la formación física, la competencia, ir
a ganaderías, el apoyo de empresas ¿qué más falta? Muchísimo. Si todo queda en
grandes superproducciones, donde las variables están, hasta cierto, punto
controladas ¿de dónde sacarán lo que da otro tipo de vivencias? Por ejemplo, caminar
por una carretera para llegar a un tentadero al cual nadie lo invitó, con el riesgo
de ser ignorado. Eso curte el alma, agranda el corazón… y el día de mañana, le
será útil. Los recuerdos serán el gran impulso que genere rabia, hambre de ser,
lo que hace que un torero se levante sin dolerse de un arropón. Porque levantarse
tras una voltereta, no es por el orgullo específico de una tarde, es el
resultado de una historia, son lágrimas acumuladas, es la reacción ante la
falta de fe de tanta gente, la respuesta a los que quisieron aprovecharse un
día de su pasión. Esa cuesta arriba le hará ser más ambicioso. Por otro lado, esas
experiencias hacen que quien realmente no tiene vocación, desista pronto y no
quite lugar a otros.
Ojalá estos concursos no terminen por crear toreros en línea,
sin personalidad, con muchos pases qué pegar y nada qué decir.
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