sábado, 6 de febrero de 2016

La humanización de un Dios

Hablar de José Tomás es interesante desde varios puntos de vista.
Hablemos de su aspecto sociológico (que en casos radicales, es comparable con el fanatismo religioso). Sus más fervientes seguidores califican cualquier cuestionamiento, como una afrenta, cosa que con otro torero no sucede (para ellos, cualquier otro torero es inferior y hasta la idea de compararlos, les saca de quicio).
Cuestionarse NO es malo, es el único camino hacia el saber, pero en el caso de José Tomás, equivale a dudar de los Santos Evangelios.
¿Por qué se juzgó tan duramente a José Tomás el 31 de enero, si estuvo muy bien ante toros faltos de fuerza y transmisión? ¿Fue como para despedirlo de forma tan injusta? Si se tratase de cualquier otra Figura, hubiera quedado en una buena tarde con fallas en la espada.
Pero a José Tomás no se le puede medir con la misma vara con que se mide a los otros.
Yo no le echaría la culpa al público, villamelón o no, porque entre todos, llenaron la plaza y a precios exorbitantes en la mayoría de los casos; no culparía a un público que quizá su única esperanza de ver a José Tomás, era esa tarde, porque quién sabe si a la siguiente, estará en condiciones de pagar el costo, o si tendrá salud para asistir a una plaza; o quién sabe si el torero, un día de estos, ya no quiera seguir; no se si eso lo pueda dimensionar el de Galapagar.
Él mismo ha puesto las condiciones de sus actuaciones y estas aplican para los asistentes, los no asistentes y para él también.
Por otro lado, José Tomás ha trabajado una GENIAL estrategia de marketing, sustentada OBVIAMENTE por su gran valor, entrega y personalidad, que lo ha posicionado en un sitio no humano, sino como un Dios, tan es así, que cuando alguien se atreve a insinuar su “humanización”, los Tomasistas radicales lo toman como una ofensa, lo cual es contradictorio con su última actuación, porque Dios es perfecto.
DECIR QUE UN SER HUMANO, ES UN SER HUMANO, NO ES OFENSA.
Es interesante todo lo que se mueve a su alrededor, que lo ha convertido en objeto de estudio.
Pero lo único irrefutable, es que José Tomás, haga lo que haga en un futuro, estampó hace años su nombre en los anales de la Tauromaquia y seguirá llenando todos los cosos en los que se presente; los Tomasistas irán a verlo corroborando el milagro y los no Tomasistas asistirán, para tratar de presenciar ese mismo milagro.
Y quizá el prodigio más tangible, entre todos los que se esperan de él, será el atestiguar, una vez más, su poder de convocatoria.



No hay comentarios: