martes, 22 de febrero de 2011

¿Es enjuiciable una persona que roba una torta, después de no haber comido en una semana?


20 de enero de 2011.
17 Corrida, Plaza de Toros México.

Pablo Hermoso de Mendoza
Ganadería Los Encinos.

Rodolfo Rodríguez “El Pana”
Pepe López
Ganadería de Malpaso

De Pablo Hermoso qué más podemos decir, esta tarde, como siempre estuvo enorme, con sus caballos toreros. Ícaro me encanta, cómo voltea su cuello para mirar al toro, qué elegancia, qué diálogo con el burel, ¿pos qué tanto se dirán? Luego Manolete, qué cosa tan hermosa, digno hijo de Cagancho, qué estampa, qué presencia ¡que bonito círculo dibujaron  él y Pablo alrededor del toro! Y luego Pata Negra, quien pese a la grave cornada sufrida en España no se le quita la afición ni el valor, eso es ser un torero de categoría. Esos giros que dieron en la cara del toro, que emocionantes.
La despedida del Monosabio Juan Sigler fue muy emotiva y es que después de 67 años en la actividad era muy merecido un adiós y unas Golondrinas con plaza llena. No creo que a partir de ahora disfrute tanto las tardes de toros como lo hizo durante toda su vida, formando parte activa de la fiesta y en una labor tan importante como lo es la de los monosabios, sin embargo, todo ciclo llega a su fin, y éste terminó de la mejor manera. Enhorabuena Don Juan. Nos vemos en el tendido.
El título que da nombre a esta crónica viene a colación por el sobresaliente, Luis Gallardo, quien se encargó de matar al segundo toro del Pana, al que ya habían devuelto por que se rompió totalmente un cuerno. El muchacho aprovechó para darle unos muletazos antes de tirarse a matar. Estos muletazos fueron por el lado en que no tenía cuerno, pero segura estoy que ni siquiera se percató de eso, él sólo quería dar muletazos, no importaba por qué lado. Estuvo mal su proceder, si, totalmente de acuerdo, pero Luis, en ese momento, único en su vida, con plaza llena, tenía dos opciones, la primera, tirarse a matar de forma ética y discreta, como lo marcan los cánones, meterse al burladero y pasar al olvido. Y la segunda, jugándose el todo por el todo, como también lo hacen los espontáneos, tratar de ejecutar ese muletazo soñado que sirviera de llave para que le brindaran una sola oportunidad de ingresar a un cartel.  ¿acaso no es humano esto? Es poco ético, si, pero humano, era su única oportunidad de dejarse ver, y no le salió. Pero creo que no lo debemos juzgar tan duro, hay que analizar el contexto, conocer no sólo su historia, sino la de tantos toreros que se han quedado en la legua… y comprender.



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