lunes, 26 de abril de 2010

Romance del Príncipe y la Dama


(Para José Tomás y su Eterna Enamorada)

¿Qué cómo fue que empezó este amor?

Quizá fue en ese primer contacto

Cuando el no pudo desprenderse de su olor

No fue capaz de olvidar su sombra

Y se resistió a substituir con cualquier otro licor

la embriaguez que ella le causó desde que la sintió.


Ella, esquiva pero coqueta

Rondando cerca, muy cerca,

Lo reta, lo tienta, lo toca,

… y se va


Juegan a enamorarse, y nunca comprometerse

Disfrutan su cercanía, sus mutuos alientos

Se llenan del aroma de lo incierto


Y cuando se sienten totalmente expuestos

… se aman con la convicción de la última vez

y desvastados se dejan, para no volverse a ver


Hasta que esa espera se convierte

en un trance insoportable, agudo y doloroso

Y entonces se citan de nuevo, en su lugar favorito


Así llevan años de amantes

se ven, se alejan, se evaden

Se esconden, se ansian, se entregan


Y esto, hasta que uno de los dos no pueda más

y se abandone en los brazos del otro

y por fin… ambos se pertenezcan

miércoles, 14 de abril de 2010

Los Aficionados Prácticos, se enfrentan a la muerte, para seguir vivos



La Otra Cara de la Fiesta en México

Cuarta Entrega

El sábado emprendimos el viaje tempranito hacia Apizaco, ya que Daniel Muñoz, ganadero de Zacatepec convocó a una fiesta privada y familiar para un grupo de aficionados prácticos que se juegan la vida sin más recompensa que el riesgo mismo y la incontenible necesidad de expresar lo que traen dentro.

Llegamos por fin al lugar de los hechos y de inmediato se fueron a cambiar los toreros. Desde ese momento ya se sentían los nervios ¿y cómo no?, si estos personajes son admirables. Sin necesidad alguna de jugarse la vida o arriesgarse a un mal golpe, están ahí, con más afición y entrega que muchas “figuritas del toreo”, y sin ganarse un centavo, al contrario, pagando por vivir una vez más esa sensación embriagadora, la del miedo buscado.

En primer lugar salió Luis Miguel Martínez, su novillo no fue una perita en dulce, se revolvía muy en corto, pero el torero en todo momento demostró valor y afición.

El siguiente turno fue para Mauricio Ocampo hijo, quien compartió su animal con su señor padre. Ambos estuvieron extraordinarios, con mucho arte y valor. Mis respetos para Mauricio padre, quien se llevó un feo arropón levantándose sin verse la ropa.

Luego siguió Miguel Cazanueva. Este señor tiene gran carisma, y una afición y valor mucho más grande que él mismo. Su gran bigote le da ese toque Porfiriano tan personal. Su novillito tampoco fue fácil, sin embargo, estuvo muy valiente.

¿Qué va a saber el arte de edades? Si sólo está para atender a la más íntima necesidad de expresión.

El cuarto de la tarde, y sin duda alguna el ejemplar de más calidad, le tocó a Curro de los Reyes, quien nos brindó momentos que tan sólo de recordarlos, se nos hace un nudo en la garganta.

Este legendario aficionado práctico destapó una vez más el pomo de las esencias y nos demostró que es un torero de pellizco. Le sobra afición, inspiración y verdad. Ejemplo auténtico de que el arte no es cuestión de cantidad, sino de calidad.

Su conexión va más allá del animal y el público, es una conexión casi celestial. Un sólo desdén… y se acabó el cuadro. Me impresionó como la gente presente, guardábamos un silencio casi conventual, hasta que surgía el milagro.

Y luego… el convivio.

No faltó la hora de la poesía en la que Belmont y Luis Miguel nos deleitaron con dos bellas poesías del maestro Benítez Carrasco, sin faltar el tradicional ¡Olé! al finalizar cada poesía.

Mi agradecimiento a Daniel Muñoz, el encantador y entusiasta ganadero, quien funjió como picador con una afición desmedida, montado en su mula, que a gritos pide que, en caridad de Dios, le cambien el peto por uno nuevo.

Un día inolvidable, rodeado de personajes de novela.

Vaya mi más grande admiración y respeto por todos los aficionados prácticos, quienes viven la fiesta con más intensidad y verdad que muchos, sin otro fin, que alimentar su espíritu al precio que sea.

martes, 6 de abril de 2010

Dios los hace… y ellos se juntan


La Otra Cara de la Fiesta en México

Tercera Entrega

Cuando decidí el tema a tratar esta semana, consideré que no formaba parte de este serial, y tal vez ni siquiera tenía nada que ver con los toros, pero, a fin de cuentas, esta tanda pertenece a esos personajes que no se ven a simple vista, y a esos momentos que forman parte de su vida y de su quehacer dentro del mundo romántico y anónimo de la fiesta brava o de cualquier menester en el que intervenga la sensibilidad y el arte.

Con motivo de los días de la Semana Mayor, decidí ir a una de las ciudades más bellas de México, Mérida.

Tenía varios pendientes, como visitar museos y librerías. Comer panuchos, papadzules y salbutes a discreción. Caminar por su Paseo Montejo. Meterme a absolutamente todas las tiendas a ver sombreros, hipiles y guayaberas para no al final no comprar nada.

Pero, uno de mis pendientes más fuertes era disfrutar de la trova yucateca que tanto mencionan.

Caminé y caminé buscando quien me diera información de dónde podría yo ir en la noche a escucharla, y todo mundo me recomendaba, que si ya la música grupera, que la pop, que la rock, que las baladas románticas tipo Franco de Vita… y de lo otro… nada.

Y entonces, me di cuenta que con la trova yucateca pasa lo mismo que con la fiesta de los toros, la gente sensible, que verdaderamente la paladea, la siente, la vive y la vibra, está en extinción.

Pero la suerte fue benévola conmigo y de puritita casualidad me metí en un hotelito a echarme un refresquito, y con mi bendita necedad le pregunté al mesero si sabía algo de la famosa trova yucateca… dicho lo anterior me contestó…"Si viene usted a eso de la una de la tarde, se va a encontrar a un grupo de trovadores, de los de a deverás, que usan este sitio como punto de reunión".

Para no verme tan urgida, en vez de llegar a la una, llegué a la una y cuarto. Y ahí estaban…

Doce personas alrededor de una larga mesa, de los cuales tres eran mujeres. Había tres guitarras y mientras uno tocaba, otro cantaba. Y al final, ¡¡todos jaleaban!!

Cuando se acababa la canción, los demás se “peleaban” por cantar la próxima… todos querían que les dieran las tres para pegar unos muletazos… era como ir a una ganadería y estar con toreros ávidos por torear. Una de las damitas entonó una hermosa canción y cuando se paró al baño, un señor ya la había interceptado para que fuera a cantar a un evento… como cuando uno pega unos muletacillos y ya te andan apalabrando para la feria de Chimalhuacán.

De verdad una cosa hermosa, como la gente del toro. Luego llegó un señor muy elegante y todos gritaron…¡Don Héctor! Sólo les faltó el ¡Olé! Y Don Héctor ni tardo ni perezoso agarró una guitarra y se echó una canción.

Y yo los oía hablar de que si tal autor, de que si esa canción la había interpretado por primera vez fulano de tal, y el otro rebatía que la mejor versión era la de Mengano…y entonces pensé… ¿cuántas veces no he escuchado esto pero de diferente temática?… que si la faena de los berrendos de Sto. Domingo de Paco Camino, que si la de Manolo Martínez a aquel de Mimiahuapan… que si nadie como El Ranchero Aguilar… que si yo me quedo con El Callao… y ese tipo de conversación, que en los taurinos, sucede una vez, y otra… y otra… pero siempre lo discuten con la misma pasión que la primera vez… ojalá así fuera el amor… infinito, inaburrible y siempre arrebatado.

Estuve ahí horas y horas, escuchando desde mi barrera de sol.

Mi viaje valió mucho la pena, pero creo que la parte que más disfruté fue a estos toreros, pegándoles derechazos, naturales y trincherazos a esas guitarras y a esas canciones y hablando de trovadores antiguos como se habla de toreros de leyenda.