jueves, 15 de noviembre de 2018

Un encuentro del más allá



De nada sirve el destino si no llegas preparado a su encuentro, consciente de que todos los sueños han esperado por ese momento; donde todos los sinsabores tienen por fin sentido.
Aquellos que no eran aficionados pero estuvieron este domingo en la plaza, ya lo son.
El toro bravo es el eje de la Fiesta y Fantasma, de la ganadería de Enrique Fraga, junto con sus lidiadores (caballero y caballos), estremecieron a todos. Este día marcó la vida de varios. Demasiadas emociones conjugadas, un torbellino, un huracán, un tornado…
Rabo en Madrid, puertas grandes, salidas a hombros… para llegar a México como si la cuenta estuviera en ceros; esta es la esencia de los grandes: ningún triunfo es suficiente, la lucha nunca termina.
El domingo 11 de noviembre de 2018, la Plaza México perteneció a Diego Ventura y a Fantasma, con todo lo que había dentro.
Entre las imágenes que quedarán para siempre: un caballo esperando en puerta de toriles a un Fantasma, con expresión seria, consciente del compromiso. Un primer encuentro garrocha en mano, evocando faenas camperas… y el toro empezando a mostrarse, luego, rodando el caballo a su alrededor, como dos enamorados en potencia, haciendo un primer contacto, acercándose… uno coquetea, el otro responde. Un Fantasma que no deja de acometer, creciéndose con el rejón, embistiendo con cadencia, mientras caballo y caballero torean a la distancia exacta, a la velocidad exacta. Círculos que se trazan alrededor del toro, los tres comprometidos en tablas, de costado y de pronto un trincherazo por dentro; un toro que se crece en cada banderilla; caballo, toro, torero leyéndose el pensamiento. Una vuelta de costado que se antoja infinita, preparando, con la naturalidad del que sabe a dónde va, un hermoso recorte por adentro. Un público enloquecido, reafirmando aficiones y fundando nuevas. Caballos valientes, caballos artistas.
Diego… Fantasma ¿dónde habrán cruzado por primera vez miradas? como si el destino, como si la vida, como si los sueños…
Un caballo que camina para atrás, para ir de frente, decidido y retador; torear de nuevo de costado, aprovechando la alegría de Fantasma, que tomó la decisión de volver a su campo, a sus vacas, a su hogar, que fue lidiado como lo merecía su estirpe y su bravura. Qué trincherazos por adentro, y qué forma de estar seguros los tres de lo que están haciendo, aguantando, entregándose, comprendiéndose.
Precisión, matemática, técnica, pero también emoción, corazón y sensibilidad. Giros comprometidos. Un caballo al que se quita la cabezada, demostrando la doma y las confianzas ganadas, donde el caballo se expresa libremente, sin voltear a ver lo que deja atrás, luciendo su belleza y arrogancia, confiando absolutamente en su socio, quien hace lo suyo mientras Fantasma sigue firme en su proyecto de regresar a casa; todos los involucrados están totalmente entregados, no hay vuelta atrás… es el éxtasis.

La Fiesta Brava no necesita que exageren su belleza, lo que necesita son toros como este y faenas como esta, que hablen por sí solas, que emocionen por sí solas, que sean el motivo de estar ahí.

1 comentario:

omar dijo...

Felicidades muy buena prosa, tuve el privilegio de estar ahí. Lo citas muy bien.