lunes, 30 de enero de 2012

Ya no es posible seguir así, tarde a tarde el mismo cuento ¿En qué momento se perdió la bravura?


Haber perdido la bravura en las ganaderías mexicanas no es cualquier cosa. Esto constituye la pérdida de la emoción, de la verdad, de la esencia misma de la Fiesta. El que las figuras hayan perdido la voluntad de lidiar toros realmente bravos, con sentido y con edad, es el fin de la fiesta, olvidémonos de los antitaurinos. Lo verdaderamente preocupante es que haya una serie de circunstancias que solapen y apoyen esto. La permanencia de la Fiesta no se encuentra discutiéndolo con la UNESCO. Hay que volver a los orígenes, y quien no se atreva, que se quite.

13 Corrida
Eulalio López “El Zotoluco”
Julián López “El Juli”
Juan Pablo Sánchez
Toros: Fernando de la Mora

Ante este excelente cartel, claro que tenía que haber una excelente entrada, lástima que faltó el ingrediente primordial: Casta. Porque toreros hubieron.
A “El Zotoluco” le tocó el primer toro de la tarde, que fue, junto con el tercero, el menos “pior”. Pero, pues nada, entre pases bruscos, gritos y fallas con el acero, se libró de su primer toro. Inegable que tiene técnica y recursos, pero ¿y qué más tiene para ofrecer nuestra primera figura? Del segundo mejor ni hablamos.
"El Juli” demostró, sudando el terno, más raza que sus toros, aguantando medias embestidas a pies firmes y aguantando rechiflas injustificadas de un sector del público. Con la gran maestría y madurez que actualmente tiene “El Juli”, luciría más con toros toros… pero con estos, pos nada. No entiendo por qué prefieren esto a un toro que les embista con raza.

Juan Pablo
Este torero va a ser la próxima figura de México, si nada lo desvía del buen camino. Y lo demostró no sólo con lo breve de su actuación, donde hubo un gran temple y gran clase en cada pase, sino con esa actitud tan difícil de ver actualmente en un joven torero, donde los enseñan a vender hasta a su tía si es preciso. Este muchacho sufrió una cornada seria, donde se le veía el chorro de sangre y, a diferencia de tantos que hubieran hecho aspaviento y medio para aprovechar el cate, el se mostró sereno, serio y profesional. Me imagino la frustración que habrá sentido, de ser cornado justo en esta tarde tan importante. Pero demostró lo que tenía que demostrar y desde ya, queremos volverlo a ver.
Cabe mencionar lo pendientes que estuvieron “El Zotoluco” y “El Juli” a la hora de entrar a matar Juan Pablo. Compañerismo ante todo, conscientes de lo maltrecho que estaba, y luego “El Juli”, tratando de desenganchar del pitón a la criatura. Una escena muy dramática esa de entrar a matar, de por si con la cornada, y luego que lo engancha. Por fortuna, ahí no pasó a mayores. Qué pundonor de torero.

lunes, 23 de enero de 2012

Tarde con aroma a campiña francesa


12 Corrida
Uriel Moreno “El Zapata”
Sebastián Castella
Octavio García “El Payo”
Toros: San Isidro

Si te vi, ni me acuerdo
Para “El Zapata” esta tarde será mejor condenarla al olvido, que una laguna mental la borre de su cabeza. Es cierto, toros para variar sosos, sin emoción, ni transmisión. Pero el torero además no estuvo en el ánimo de intentarle por ningún lado otro tipo de lidia. Las banderillas, su plato fuerte, en el primer toro francamente mal. Mal con la espada hasta escuchar dos avisos. En el segundo toro, “Feligrés”, mejoró con los palos, solamente. La parte más emotiva fue la resistencia de este toro a morir. Dio muchos pasos hacia atrás, como alejándose de su propia muerte, lo que él no sabía es que ya la llevaba dentro. Y pese a él mismo, tuvo por fin que entregarse, no sin haber luchado hasta el final. “El Zapata”, se retiró luciendo un rostro desencajado. No pasa nada, que una mala tarde la tiene cualquiera.

La serenidad como instrumento de expresión
Sebastián Castella esta tarde estuvo como se le dio la gana estar. Porque para empezar, le tocó el toro “Habanero”, qué bueno que le tocó a él, porque lo aprovechó de manera extraordinaria. Con inspiración, con gusto y con serenidad. Toreando con cabeza y con corazón. Con la creatividad que da el sentirse a gusto, el sentirse conectado con el universo. Toreando con el anverso del capote, con una sutileza como quien corta una flor de un prado. Con absoluta naturalidad. Luego, en el momento del brindis, otro chispazo de improvisación al arrancarse el toro. Cambiados por la espalda sin moverse, porque donde estaba, estaba bien. Siguieron los derechazos y la Castellina, todo enmarcado con su serenidad, demostrando al mundo, el gran momento por el que atraviesa y demostrando a todos, que ese es su lenguaje, que no necesita palabras para decir lo que ayer dijo. Tras una estocada entera ligeramente trasera, le concedieron dos orejas. Al toro le dieron arrastre lento.
Otro detalle que me encanta de Castella es las distancias y los espacios que concede a sus toros, los conoce y sabe que son como él, ambos necesitan espacio, tiempo, necesitan estar solos, para de pronto, lograr esa conexión.
Me gusta que le sirvan agua de un porrón de barro, se ve mucho más romántico a que le sirvan de una botella de Bonafont, como hacen casi todos. Son esos detalles los que no se deben perder.


No basta la temeridad y el valor, hay que expresar
Al “Payo” lamentablemente lo veo cada día más perdido. No halla su estilo, no halla cómo agradar, y de ser una de las principales promesas de la baraja juvenil, ya lo siento como un torero de relleno de cartel. Esta tarde estuvo sin acomodarse, y al igual que el toro, no emocionó ni tantito. En su primero dio dos excelentes derechazos para después rematar la tanda ¿por qué remata si ya se acomodó? No redondeó nada. No estructuró nada. Mal con la espada y luego en el segundo toro mal también, le salvó una estocada entregada, sensacional, fulminante, que le valió una oreja. Pero la oreja sólo fue por la estocada, ojo. En el de regalo, lo de costumbre, quiere suplir su falta de estructura con su temeridad y como siempre, sale arrollado, volando, es su manera de emocionar al público, pero debe tener mucho cuidado porque el cuerpo resiente tanto golpe. Que no se olvide de aquella tarde en Querétaro.
Una tarde memorable del francés Castella.

martes, 17 de enero de 2012

¿Se te acabó la valeriana y la pasiflora? ¡Chútate la repetición de la 11va de temporada!


11va corrida
Rafael Ortega
Fernando Ochoa
Angelino de Arriaga

Toros: Arroyo Zarco

Una tarde pasada por agua es cierto, el ruedo quedó en condiciones muy malas, es cierto, que tuvimos que esperar una hora para que se reanudara la dichosa corrida, es también cierto. Ya desde ahí las cosas se estaban poniendo desesperantes. Pero si a todo esto le sumas que desde un principio éste fue un cartel nada equilibrado, al que no se le veía por ningún lado el atractivo, pues las cosas no auguraban nada bueno.
Y es que lo más esperanzador era el muchachito de Arriaga.
Y bueno, ya no sabemos si echarle la culpa a las malas condiciones del ruedo o a lo que ya es costumbre, la falta de transmisión de los toros que se lidian. Y sin emoción, no hay tarde que luzca.
Rafael Ortega. A mi me van a perdonar, pero este hombre no más no le veo lo espectacular por ningún lado. Meritorio el gesto aquel de que puso banderillas en tan feas condiciones del ruedo, eso si, habla de profesionalismo. El primer toro era muy parado, es cierto, sin transmisión. Y Ortega sacándole pases con temple, pese a las condiciones de su toro, el cual dicho sea de paso, no tenía malas ideas, lo malo es eso, que ya no transmiten ninguna emoción en sus embestidas. Luego, a la hora de matar fue donde no más no, una estocada caída, evidentemente caída, y la gente pidiendo oreja y que se la dan. Hay por Dios. Estas cosas me desalientan porque la gente no se fija, no más piden por hacer fiesta, y la fiesta se hace con grandeza, no con esto que vimos. Que estuvo empeñoso el matador, si. Malas las condiciones del ruedo, si. Sosos los toros, si. Pero cuántas corridas lleva toreadas en su vida y años de matador y de verdad, no fue para una oreja. Ni la faena, y luego la estocada. ¡Tas viendo y no miras! En su segundo, un toro de La Punta, de reserva porque el suyo se despitorró. Nada de nada. Unas chicuelinitas antiguas por ahí, sin mayor cosa.

¿De Fernando Ochoa valdrá la pena decir algo más? Lo único nuevo que nos demostró esta tarde fue a su nuevo patrocinador, calcetines Casfer.
Y es que de verdad, hay personajes que se pueden dar el lujo de innovar en su atuendo. Que si Morante saca algo diferente y extravagante, ¡pos es Morante!. Que si Castella saca un bordado diferente ¡por bueno, házlo!. Pero este señor… que en lo único que puede llamar la atención es en sus calcetines negros porque en lo demás le da una flojera tremenda. Ojalá como anduvo de creativo con sus calcetines, anduviera viendo qué faena le hace al toro, cómo agrada a la gente, que pase nuevo se inventa…
De verdad las empresas no se por qué lo ponen tanto si no hace nada. Es de una apatía enfermante. Parece que sale con una sobredosis de valium. Este torero no tiene excusas del ruedo, ni la lluvia ni nada. Lo he visto muchas veces y siempre está en esa disposicion. Solo sale, cumple y cobra su cheque.
Angelino de Arriaga me dio la idea, pero no me hagan mucho caso, de que de tan estético que quiere verse, se ve forzadón, como que sus posturas no son naturales, ensayó tanto su expresión corporal que se ve sobreactuado. `Ora, a lo mejor así es él de forma natural, no lo se. En ambos, mal con la espada. Empeñoso, pero sin poder transmitir nada esta tarde.
Espero que esta tarde haya sido la peor de la temporada.

lunes, 9 de enero de 2012

El duende ha partido plaza


10ma Corrida
8 - enero 2012

Pedro Gutiérrez “El Capea”
Fermín Rivera
José Mauricio


Toros: La Estancia

Fermín Rivera demostró una tarde más que es un torero serio, con oficio, sin aspavientos y enfocado en lo suyo, que es torear.

Esta tarde, José Mauricio se encontró. Sabíamos lo buen torero que es, pero en la pasada temporada no se sintió de vena y pasó sin pena ni gloria.

En cambio esta tarde, llegó mentalizado, convencido y con más sitio que en la pasada temporada.

Una tarde en que nos dejó ver de qué está hecho un torero. Ya que con el primero, Fuentespina, demostró oficio, valor y quietud. Era un toro difícil que se revolvía en corto, áspero. José Mauricio hizo su faena encunándose, estando cerca, sometiendo, toreando con decisión y cortando una más que merecida oreja.

A su segundo toro, que resultó el mejor de la tarde, Piamonte, lo aprovechó cabalmente, con buen gusto y gustándose, recreándose, haciendo alarde de estética con su cuerpo y el del toro, conjuntando entidades, fundiéndose en uno mismo en la representación del todo, olvidándose del torero y del toro para convertirse en una sola expresión, gozándose y gozando cada embestida del magnífico toro que le tocó en el sorteo, una media verónica dibujadita, deletreada, con la muleta un torero sereno, seguro, asentado, dejando fluir al toro, dejando fluir su arte, transmitiendo, acompañando el derechazo con la cintura, dejando desmayado el brazo izquierdo, despreocupado, relajado, sin tensión, muy vertical, un torero fresco, sin alardes, pero con una gran sonrisa que no podía evitar, y nadie la podía evitar, estábamos ante una escena única. Acompañado con cuello, con la cara, con todo, porque se torea con todo, el cuerpo entero es un instrumento de transmisión. Pases de pecho largos, cambiando de mano… sin dudas, sin miedos, entregado. Toro y torero haciendo solo suya esa escena. Un toro excepcional frente a un torero que lo supo entender y lo supo aprovechar, y le supo conjuntar expresiones de toro y torero para crear una unidad. Por momentos se dejó empalar y se atascaba de toro, pero era normal, era su tarde, y era el toro soñado, y era la México, y él estaba embriagado. Falló con la espada y perdió los trofeos.

A cada uno de sus toros les dio el tratamiento adecuado, al áspero, estuvo en lidiador, en aguante, estuvo cerca… al toro bueno, lo hizo su cómplice y juntos hicieron poesía.

Hubieron reventadores en la plaza, como de repente se acostumbra, pero un mensaje para José Mauricio, como diría Don Quijote: ¡Nos ladran Sancho!, señal de que avanzamos.