martes, 15 de diciembre de 2015

¿Después de Fermín?... Fermín

Al final ¿qué son las orejas? números, retazos de toro, estadísticas… pero de ninguna manera garantía de que una faena permanezca por siempre en el corazón y en la mente del espectador.
Una faena puede no resultar en el corte de orejas y sin embargo, ser de las más importantes de una temporada, por lo que dijo, por su estética, por su elegancia, por su cabeza, por su diálogo.
Una faena memorable debe hacerte sentir como cuando vas a un concierto o al cine y ves una obra de arte que te marca para el resto de tu vida, como cuando acabas un libro, sin querer acabarlo, porque con ese libro lloraste y con ese libro comprendiste tantas cosas que antes no entendías.
Es cierto que a Fermín Rivera le urge un triunfo redondo en la plaza México, y ese día era el domingo, donde lo único que le faltó fue matar bien para cortar las orejas, y por fin, salir en hombros. Hace ya varias faenas lo merece.
Sin embargo y pese a las fallas con el acero, lo hecho esta tarde por Fermín Rivera seguramente serán de las faenas más importantes de esta temporada y de muchas. Porque fueron faenas con contenido, con estructura, que servirán de referente para otros toreros, para su educación, análisis, faenas trascendentes por sus tiempos, sus espacios, su inteligencia.
Fermín es elegante y sobrio. Sabe los recursos que debe usar, sin despilfarrar, ni empalagar
¿Qué dicen que se debe alocar para conectar? ¿Qué debe modificar un poco su estilo para llegar a más público? No, no estoy de acuerdo con eso. Él conecta con quien debe conectar y está claro que nunca será un torero de masas, se vio ayer en la taquilla. Pero lo exquisito no es de masas, las masas necesitan otra cosa y él no está para esas cosas. Para eso hay muchos toreros nacionales y extranjeros.
Fermín es un estilo diferente a todos.
Ese espectador que ahora no entiende a Rivera, no lo va a entender si se descose y se descara, porque ese, no sería Rivera.
La espada… la dichosa espada ¿pero se fijaron cómo, durante la preparación a la muerte y mientras se perfilaba, en los tendidos reinaba un silencio sepulcral? La gente acompañando al diestro en la suerte… acompañando a diestro y a toro, uno para matar y el otro para morir. Lástima que no atinó a la primera, pero esa comunión solo habla de la seriedad en el quehacer del torero y de cómo los presentes, pocos pero realmente taurinos, correspondían a esa seriedad.

Ahora, hablando del primer toro de Sergio Flores ¿no vieron esa tanda que le pegó? Esos derechazos largos cuan largo es el brazo del torero, extendiendo la embestida, con esa hondura del toreo mexicano; y el toro iba bien, lo mandaba hasta allá y hasta allá se iba. Quizá pocos se percataron, porque solo fue una tanda y además fue corta, y luego… que “el toro cambió de lidia”. Y sí, cambió de lidia, pero ¿por qué cambio de lidia? Hubo un instante, una micromilésima de segundo, en que en un muletazo, Sergio le adelantó la muleta, casi imperceptible, pero así fue. Y ahí es dónde recuerdo las sabias palabras de mi Maestro Pastelerito que me decía: “El toreo es matemático…” y si, cuando enfrente hay un toro con edad, ese adelantamiento es grave porque el toro siente al torero, y a partir de ahí, Sergio perdió la distancia y el temple que ya había agarrado, y el toro supo donde estaba la presa. No fue un mal toro, sino que lo dejaron sentir. Una lástima porque esa única tanda, por momentos me hizo concebir ilusiones. Me gusta Sergio, me gusta su toreo, creo que es uno de esos toreros tan escasos que interpretan la mexicanidad. Y bueno, esta tarde no fue posible el triunfo. El segundo toro, ese sí, no había por dónde.


Para finalizar, algunas cosas de esta corrida se omiten por irrelevantes, otras por respeto al lector.

sábado, 12 de diciembre de 2015

La paz del Califa

Hace unos días estuve en la ciudad de Córdoba, España.
Tenía la tentación de ir al Cementerio de Nuestra Señora de la Salud, donde descansan los restos de “Manolete”.
Primero, localizar el cementerio. Según el mapa, había llegado, pero solo veía edificios como de interés social y bajando unos escalones, una pequeña iglesia blanca, con aspecto abandonado. Pasando la entrada a la iglesia, encontré un enrejado que conducía al cementerio. Tonos grises, como película en blanco y negro; como que una tarde, todo se detuvo...
Sentí pesado el ambiente, mucho silencio; me dio miedo y no por los muertos, sino porque malvivientes hay en todos lados y cualquier cosa que sucediera ahí, nadie lo notaría.
Caminé y caminé y no daba con la tumba. Seguí adentrándome, hasta que tomé la radical decisión de dar media vuelta y no arriesgarme a un asalto. Me detuve en seco y giré 180 grados para emprender la huida y, misteriosamente, tropecé de frente con un mapa que decía: “Usted está aquí” y abajo un listado de tumbas. La clara invitación a quedarme. Entonces, escéptica, seguí aquellas confusas y escuetas indicaciones y en eso, empecé a escuchar unas voces rompiendo el silencio, caminé hacia ellas y distinguí a tres hombres, como sacados de otra época. Sus tonos eran sepias en su vestir y en su piel.
Me acerqué y me miraron sin sorpresa, como si me estuvieran esperando, como si tuviéramos agendada esta cita. Les pregunté por la tumba de “Manolete” y uno de ellos me dijo con total naturalidad: "… está a su espalda, Señora..." y ahí, entre dos árboles que sobresalían, estaba el Monstruo, lívido y etéreo, yaciendo con las manos entrelazadas sobre su pecho… en total paz. Había tres flores, seguramente puestas por estos hombres. No se cuántos minutos estuve frente a la tumba, donde también descansa Doña Angustias. La vi desde todos los ángulos (en la parte trasera hay una inscripción muy bella, dedicada al torero). Tras perder la noción del tiempo observando y sintiendo, pensando y dimensionando, agradecí a los señores y me encaminé a la salida. Instantáneamente volvió a reinar un profundo silencio; tuve la tentación de voltear a ver si todavía estaban, pero no lo hice. Salí del cementerio sin prisa, con el deber cumplido; sin miedo a los vivos y mucho menos a los muertos.
Esta visita fue guiada por señales ineludibles y pude ver al IV Califa en su paz, una paz que vivo, quizá nunca sintió.
Pero comprendí, que los muertos, muertos están y sus terrenos, no nos pertenecen.


martes, 8 de diciembre de 2015

Excusas que esconden un “… no puedo…”

En la octava corrida de la temporada hubieron toros malos y otros menos malos. Es más, algunos no fueron malos, pero les faltó emoción, sin embargo se dejaban torear y para toreros tan experimentados como los que actuaron en este cartel, las excusas salen sobrando.
La diferencia de actitud marcó la diferencia entre un torero y los otros dos.
Anunciar los carteles con antelación en una temporada puede tener ciertas ventajas, por ejemplo, que la gente que vive fuera puede planear venir a tal o cual corrida, pero por otro lado ¿qué caso tiene repetir tres veces a toreros que no hicieron méritos desde la primera; las repeticiones hay que ganárselas y se ganan en el ruedo, con méritos actuales y méritos propios. El toro no sabe de apellidos. Pensar que todavía falta otra corrida para el Zotoluco y otra para Silveti.
Es posible que El Zotoluco ya no quiera saber nada, que ya esté cansado, pero la decisión que tome, debe tomarla ya, porque la actitud que ha tenido últimamente es de mucha apatía, sale básicamente a cumplir, pero no se me hace justo, ni para el público que paga un boleto nada barato, ni para la trayectoria de Eulalio.
Los toros que le tocaron, sobre todo su primero, no fue un diablo al que no le pudiera realizar una faena, más conociendo su estilo, que no es precisamente de arte. El toro no era malo por el derecho. Pero Eulalio no quiso saber nada de ninguno de los dos. Y luego el tema de la espada es verdaderamente triste. No debe permitirse estas escenas. Que hizo aire ¡pues sí, hace aire muchas veces! pero la actitud se nota, con o sin aire.
Diego Silveti, otro que repiten hasta el cansancio. Con todo respeto que me merece la dinastía, pero aquí hay que salir a refrendar su nombre, que los demás ya hicieron lo propio en su momento. Ahora, si no se siente en la disposición, también es muy válido. Me imagino que estos muchachitos deben sufrir una enorme presión por parte de todos, por continuar con algo que a lo mejor no desean.
Estando frente al toro, de poco sirven las dinastías. Todo se gana en el ruedo, por más que lo repitan una vez y otra, quitando oportunidades a otros. Silveti como siempre, tuvo suerte en el sorteo, hablando de su primer toro, y no supo cómo aprovecharla. Logró unas tandas tibias, que en vez de llevarlas a mayor nivel, las remataba, ya cuando lograba calentar un poquito el ambiente ¿para qué remata? ¡síguele!; y luego su segundo, un torito sin ninguna presencia y sin calidad. Quizá era mucho desgaste para las ganas que traía.
Afortunadamente la tarde la salvó el francés Sebastián Castella. Él sí, no llegó a cumplir, llegó a triunfar. Cortó una oreja a su primero y hubo quien pedía la segunda, pero tampoco es kermés. Una, muy merecida. La gran diferencia fue la actitud en ambos toros, hasta en su segundo, que fue muy malo.
Castella llegó como siempre, serio y escueto, a hacer lo que sabe hacer, a pararse enfrente, quieto, inteligente y observador, hallando la ocasión para imprimirle clase a sus faenas de poder, quedándose muy quieto ante embestidas bruscas, poniéndole creatividad para emocionar y conectar con la gente, y cuando había la mínima ocasión, torear con suavidad y temple. Salvó esta tarde con sus dos intervenciones, sin poner excusas fuera de lugar y sin detenerse por las condiciones de sus toros (su segundo fue francamente malo).
“… que si el toro, que si el aire…”, esos son pretextos que esconden un “no puedo”.

Hizo aire… sí, los toros fueron complicados… sí, pero aquí triunfa el que viene decidido a hacerlo, y cuando hablo de triunfo, no hablo de orejas.

sábado, 14 de noviembre de 2015

Los cariños que se aprenden

Hace unos días murió Jorge López “El Negro”.
Era mozo de estoques, el mejor del mundo. Todo lo dejaba perfecto y el compromiso de su Matador, era un compromiso personal. Para él tenía la misma categoría un Matador consolidado, que un novillero, que un aficionado práctico. Brindaba sus servicios con la misma seriedad, cariño y dedicación por uno que por otro.
Era muy meticuloso para afilar espadas, para sacar manchas de sangre a un terno o un capote, para todos los detalles. El Matador debía salir impecable y tener sus trastos prestos en el momento justo. Una presencia discreta pero oportuna en el callejón.
Jorgito se fusionaba con el torero, se repartían miedos, responsabilidades y presiones. Así su Matador se sentía acompañado, había quien le servía las espadas, quien cuidaba de su imagen y sus cosas, pero también quien entregaba la vida por él, y así lo demostraba “El Negro”, lanzándose a cuerpo limpio al ruedo para hacer un quite si era necesario.
Jorgito vivió su vida a través de los toreros a los que sirvió. Hizo suyas cada emoción, cada sueño, cada triunfo y cada fracaso.
Además, aprendió los secretos de la fotografía del mejor maestro que pudo haber tenido, “El Saltillense”, quien lo apreciaba muchísimo.
A Jorgito, como le decíamos en casa, no le gustaba mucho la gente. Diría más bien, que era muy selectivo con sus amistades, por ello, ser su amigo era un halago.
Nos hicimos muy cercanos porque yo, en plena adolescencia, me enamoré platónicamente de un Matador con quien Jorge trabajaba.
Y entonces íbamos a todas las plazas donde toreaba el susodicho. Jorge, sabiendo de mi encandilamiento, siempre me metía hasta la capilla para que pudiera saludarlo.
Una Navidad, aquel Matador tuvo a bien llamarme desde su tierra natal, para felicitarme por las fechas decembrinas. Yo no lo podía creer, pensaba que ahora sí,  inevitablemente era el inicio de una gran historia de amor que culminaría en boda; obviamente, detrás de esa llamada tan inesperada, estaba Jorgito. Por supuesto la historia de amor, existente tan solo en mi cabeza, no prosperó, pero fue la excusa para integrar a Jorge a nuestra familia.
Era un ser amoroso a su manera.
Querer, a veces es un acto natural y a veces, es un acto aprendido. Aprendes a querer a alguien, cuando entiendes su carácter, su forma de expresar sus sentimientos, su lenguaje. 
Yo a Jorgito lo quise por muchas cosas, pero más por esa ternura que quizá poca gente conoció. Por ese cariño áspero, huraño, que parece que se da a regañadientes, pero que acaba siendo el más sincero.
Descansa en paz mi querido Negrito… te agradezco los regalos que me diste todos los años que compartimos, los atesoro en la parte de mi corazón, donde está todo lo importante.

lunes, 2 de noviembre de 2015

Entre témpanos de hielo, calabazas de Halloween y toros infumables

Una tarde que parecía nunca acabar.
Si algo hay que decir de estas corridas de toreros banderilleros, es el alarde de facultades que hace cada uno. Sobre todo, la forma de correr hacia atrás del Fandi, y cómo, cuando tiene la oportunidad, hacer que el toro frene su embestida a su voluntad. Ese dominio del toro a cuerpo limpio es lo mejor de este tipo de toreros. Lástima que hoy no tuvieron materia prima en lo absoluto.
Empezando con el rejoneador, que hablando con toda justicia, salió muy catrín con su tacuche de Justo Algaba para estrenar esa tarde. Ya ven que hasta sale en el “feis” que si vestido con Ermenegildo Zegna y que si con Hugo Boss, si de que tiene percha la tiene y de que tiene para vestir con esas garritas también lo tiene.
Pero hablando de su quehacer taurino, esta tarde el toro que le tocó no fue malo para rejones, al contrario, el torito colaboró y lo dejó estar. Hasta lo hubiera dejado lucirse si hubiera tenido las artes para hacerlo. Y no es que lo haya hecho mal… no. Inclusive hubo momentos buenos, pero demasiado tibios. Nunca conectó con la gente, ningún episodio de su faena pasó a mayores, no hubo ni cercanía suficiente, ni temple suficiente, ni suertes que lograran trascender. El momento más emotivo en este primer toro corrió a cargo de los Forcados Hidalguenses, esos segundos previos, donde la gente los acompaña con sus palmas y se siente la emoción que logran transmitir estos muchachos tan valientes y luego su pega tan buena.
En términos generales, esta corrida resultó tediosísima, faenas eternas donde no había razón para alargarlas tanto. Ningún toro valió la pena, salvo el del rejoneador que cooperó con el de a caballo, aunque sin ninguna emotividad.
Empezó la tarde con “el menos pior”, el del Conde, que de ninguna manera fue bueno. Donde lo único que se rescata son algunos detalles de Alfredo, quien a pesar de que antes era de los toreros que le gustaba hacer show, ya cambió, está muy puesto y es muy serio. Con mucho temple y verticalidad cuando así le es permitido. Y la estocada en su segundo, en buen sitio y fulminante. Su primera faena duró el tiempo adecuado, no entiendo por qué alargó tanto la segunda, si no iba a poder hacer nada por la falta de calidad del toro. No mereció de ninguna manera orejas, estuvo bien el juez en negarlas, pero sí merecía dar una vuelta al ruedo en cada uno de sus toros ¿por qué la gente pide orejas, pero no pide vueltas al ruedo? Es incongruente.
Y los otros dos toreros, con toros que no se prestaron para hacerles absolutamente nada, toros sin fuerza, sin raza, sin transmisión (todos en general).
Y como cuando una mujer es vulgar, por más que se ponga mameluco o pants y sin gota de pintura, sigue siendo vulgar, así les pasa a “El Zapata” y “El Fandi” (este último disfrazado de la Gran Calabaza). Toreros corrientes, amantes del show… y ahí estaba “El Zapata”, arrancándose a dar la vuelta al ruedo por sus banderillas… “¡pérate tantito… no exageres! En fin, cortes de toreros que a veces emocionan mucho a mucha gente, pero que sacan más chispas que cable pelado de alta tensión, en charco de agua.
De la tarde tan aburrida, me quedo con detalles del Conde tanto en su toreo como en sus actitudes en general -en contraste con sus alternantes- y su estocada a su segundo, también me quedo con los Forcados Hidalguenses, quienes siempre emocionan mucho a la gente con sus pegas.
Por lo demás, vamos tomándonos unos tequilas para apurar al olvido.

lunes, 26 de octubre de 2015

La evolución de un torero

¡Pero qué rechula se veía la plaza prácticamente llena en el numerado! Con ambiente de tarde grande, para darle una lección a los antis que estuvieron afuera manifestándose. Como para decirles: “Señores, digan y hagan lo que quieran… que esto no se acaba”.
32,000 personas convocadas ante la inauguración de la Temporada, ojalá las entradas sean buenas todas, ojalá demostremos que estamos unidos y que no nos vamos a dejar.
Muy interesante esta corrida inaugural, donde se demuestra que la suerte es un factor preponderante en la Tauromaquia y que conjuntamente con la suerte, vienen las ganas y la convicción del que quiere ser, o más bien, del que ya es, pero quiere serlo siempre.
En términos generales, el juez Jorge Ramos fue justo, a excepción del arrastre lento al segundo toro de Adame.
Como saben, yo nunca he sido seguidora de Joselito, pero he de confesar que esta tarde me convenció. Aunque es justo también decir que le tocaron los mejores toros de la tarde. Sobre todo el primero, “Gravado en el alma" (así, con v de vaca) de Julián Hamdan. Qué bárbaro, qué toro tan bueno. Y Joselito lo supo aprovechar desde el capote, hasta el final de la faena con muleta. Desde su salida, el toro demostró su enorme calidad, nada que ver con los dos anteriores (el primero un toro exageradamente engordado que no pudo con sus kilos y el segundo, haciendo cosas extrañas, peligrosas, colándose, revolviéndose en corto sin dejar confiarse ni un segundo al torero).
Cabe destacar la evolución tan notoria que ha tenido Joselito en todo, a comparación de la última temporada que estuvo en México, donde estuvo muy bien, pero ahora viene en otra actitud y con otro corte. Empezando por su forma de vestir donde se nota la asesoría de alguien. Luego, su actitud tan seria, demasiado seria para mi gusto.
En su primer toro, me encantó. Ha afinado su estilo, y claro, después de todo lo que ha toreado en Europa adquirió mucho sitio, mucha seguridad, y eso se demuestra en el ruedo, donde de tan seguro, ya se puede dar el lujo de sentir su toreo, de imprimirle buen gusto, de imprimirle arte a lo que hace. Un Joselito Adame relajado, gustándose, con clase.
Esta tarde fue suya y este triunfo se lo ha ganado a pulso, por lo que ha hecho en toda su trayectoria. Y qué gusto verlo salir a hombros, después de tener méritos sobrados para torear la temporada pasada y que no lo hayan puesto por desacuerdos de escritorio. Así saben mejor los triunfos, tras injusticias anteriores.
Otro punto importantísimo en Joselito Adame es la enorme conexión que logra con el tendido. La gente lo adora, se identifica con él y este factor, es el que crea ídolos.
Esta tarde, Joselito le imprimió temple, lentitud y buen gusto a sus faenas, sobre todo a la primera, con ese toro excepcional. Recursos variados, técnica, tiempo y espacio para sus toros.
En el recuento, Joselito cortó tres orejas, en su segundo pedían el rabo, pero hubiera sido una exageración.
Y el reconocimiento al primer toro con el arrastre lento. A su segundo también se lo dieron, pero no lo merecía.
Esta tarde los picadores estuvieron moderados. No se acabaron a los toros en varas, como ya es costumbre.
La tarde fue de Joselito, lo cual aumenta la expectativa para el mano a mano con José Tomás. Adame irá por el triunfo a toda costa y José Tomás también. Por fin, un verdadero mano a mano, lo que la afición tanto ansía.
Me quedan en la memoria los desdenes de Adame, como haciéndoselos a todos los sinsabores que ha tenido que pasar, a todos los percances y a la mismísima muerte. 

martes, 28 de abril de 2015

La hazaña de estar vivos



Me dio por pensar, la de veces que cada uno de nosotros habrá estado al borde de la muerte, quizá sin haberse dado cuenta. Lo frágil de esa línea donde nada pasa… y donde todo termina. Como aquella canción de Silvio Rodríguez: “Cuando Pedro salió a su ventana, no sabía, mi amor, no sabía… que la luz de esa clara mañana, era luz de su último día”.
Y en ese borde permanente que todo mundo camina a diario, consciente o no… se percata uno que en realidad, el sólo hecho de vivir, constituye en sí una hazaña. Cuando sucede algo que te tuvo en esa línea y no era tu hora, sientes que vuelves a nacer y te das cuenta de lo relativo de todo y le das vueltas y vueltas a la situación preguntándote… “¿qué hubiera pasado… quién hubiera avisado… cómo serían las reacciones… cómo serían ahora las cosas?"
Pero ¿cómo se acostumbra un ser humano a vivir cotidianamente en ese estado? ¿Cómo acostumbrar a tu familia, al cuerpo, a la mente? ¿Cómo acostumbrar a tu alma a estar en una permanente posibilidad de despedida? ¿Cómo se puede hacer de este sentimiento tan fuerte, un vicio y un placer? Hablando de un torero, quizá esto mismo sea el motivo y el motor de su profesión. Por un lado, su necesidad de expresión y de creación… y por el otro, ese gusto de ir por la vida, como un equilibrista, sintiendo ese vacío que lo absorbe, hasta llegar al otro extremo, y sentir así, renovada su existencia. ¿Se puede vivir así? O más bien ellos se preguntarán ¿se puede vivir de otra manera?De ahí la ya célebre frase de José Tomás, que sabe más de la muerte que las mismísimas calacas: “Vivir sin torear no es vivir”.
En una tarde de toros, la única certeza es la incertidumbre. ¿Pero acaso no es así la vida de cualquier ser humano? La diferencia es que los toreros tienen la gran ventaja de haber elegido enfrentarse a la muerte sin disimulos, agendando cada fecha, aunque a veces, también los tome por sorpresa.
Por ello, cada día que salimos de casa debemos regresar con la actitud de quien trae las orejas en la espuerta, sintiéndonos héroes, dispuestos ya, para la siguiente batalla. 
Por eso, respeto tanto al toreo y todo lo que representa… esa imagen del que cae herido y que no importa la magnitud del percance, en lo único que piensa, es en recuperarse para volver a torear. Si esta no es una filosofía de vida, entonces yo no se qué es.
¿Qué sería de nosotros si nos contaran el final de nuestras vidas? Si eso fuera posible, empezaríamos a morir anticipadamente.



lunes, 16 de febrero de 2015

Cerrojazo de la Temporada 2014-2015

Esta tarde fue como si se hubieran infiltrado los antitaurinos para acabar de una vez con todo. Qué cosa tan fea. Y no lo digo por los toros, que pese a que eran de una ganadería de la que no se tenía mucha información y fueron descastados, en general, fuera del regalo y el segundo del Chihuahua, fueron nobles y toreables.
El tema de los toreros es cuestión de gustos muy personales. Yo no soy partidaria del toreo de alardes, de torear al tendido, de hacer shows fuera de la cara del toro, ni frente al toro. Los shows hay que dejarlos a los magos, a los malabaristas o a los trapecistas. Pero bueno, al final hay un público que se emociona con este tipo de toreros y muchas veces este estilo, es el que jala por primera vez a una plaza a mucha gente, y ya que van aprendiendo, van variando sus gustos… o no.
José Luis Angelino y “El Chihuahua” en su papel, haciendo como que se enojaban, o a lo mejor si se enojaron, un espectáculo fuera de lugar y ya le daba un beso uno y el otro lo rechazaba y se soltaban manotazos y se empujaban... no puede ser.
Y luego José Mauricio. Este torero, que teniendo todo para posicionarse donde él quisiera, valor, carisma, arte, clase… y le falta lo más importante, corazón. No hubiera tenido que regalar ese último toro que salió tan falto de calidad, su segundo toro no fue malo, al final se fastidió y se fue para abajo, pero si lo hubiera lidiado con convicción, hubiera podido hacer una faena. Lo más importante que le falta no se lo va a dar un toro, así sea de la calidad de “Gibraltar”.
Siento feo decir esto, porque José Mauricio es un torero que me gusta mucho, pero llega un momento en que el tiempo pasa y las oportunidades también. Es cierto que no torea mucho, pero por eso mismo, no puede dejar pasar ni una oportunidad, hay que agarrarse hasta con las uñas de esa posibilidad de triunfo, hacerse a la idea de que quizá será la última.. porque si no, seguro lo será.
Una tarde sin nada que rescatar, que acabó de rematar el empresario de la plaza, expresándose de una manera muy fuerte, vulgar y corriente de un conocido caballista que al final no toreó en esta temporada. Independientemente de que sean ciertos los argumentos ¿es que no conocen la palabra diplomacia? ¿O no pueden tener alguien que hable por la empresa, si la empresa es incapaz de tener tacto? Seguro después de ésto, ya nunca contará en su elenco con el caballista, y me van a disculpar, pero les guste a muchos o no, qué buenas entradas generó siempre en la Plaza México, que es al final el interés de toda empresa. Hay maneras de decir cualquier cosa, no hay que perder los papeles.
La temporada cerró de forma deprimente. No se si vengan tiempos mejores, no se qué vaya a pasar en las siguientes temporadas, sólo nos queda hacer un recuento de lo rescatable, lo digno, lo artístico, lo verdadero y lo otro, lo que fue mentira, lo que fue mercadotecnia chafa, lo burdo, lo corriente, lo inconsistente, enterrarlo o quemarlo; o mejor denunciarlo, repudiarlo y no permitir que vuelva a suceder.

Esperemos que en el caso de esta corrida, la memoria tenga grietas, que forme parte del mecanismo de defensa para no perder la pasión. Porque si empezamos a hacer un recuento a detalle de todo lo que fue y no debería haber sido en esta Temporada, puede que nos convirtamos al grupo de los antitaurinos, todo antes de ser cómplices de la destrucción.