Cuando más profundamente se transmite
algo, es cuando el torero se despreocupa de hacerlo y se sumerge en su propio ser.
Despojado de poses y pretensiones. Vestido únicamente con alma y corazón. Actitud
solemne, como quien oficia una misa, donde lo importante es el mensaje, no el
oro de los retablos, no el oro del cáliz.
Cuando el objetivo es tan íntimo, no hay
soberbia ni protagonismo.
Hacer sentir… conmover.
¿Y qué es conmover a fin de cuentas? Mover
los sentimientos, mover las entrañas, mover las vísceras, estremecerlas,
invadirlas, estrujarlas, provocarlas; cuando uno se conmueve es por lo que cada
quien trae cargando, es por la propia historia; hay sentimientos que necesitan
salir y hay situaciones que los ayudan a salir.
Ferrera conmovió porque toreó para sí
mismo, austero, tajante, determinante, haciendo para crear -a su primer toro lo
fue metiendo, metiendo, metiendo, haciendo, haciendo, haciendo…
Y su segundo, su gran regalo, con
seriedad, con gusto, con clase, con pinceladas, con profundidad; un ejercicio
de autoconocimiento; descifrándose mientras descubría las claves de su toro; hubo
una intimidad entre ambos, que todo el mundo presenció; un diálogo cercano, un secreto
a voces; un público que a la distancia entendía lo que decían. Cómplices a
veces silenciosos, a veces no.
El objetivo del arte es hacer sentir y, particularmente
en la Fiesta Brava, es que las emociones coincidan en un segundo, más allá de
gustos o creencias.
No importa la facha, ni el nivel
educativo, ni la nacionalidad, ni las costumbres alimenticias, ni el credo, ni
el partido político, lo único que importa es el nudo en la garganta y aquella lágrima
que no se puede contener.
Faenas como esta no son el resultado de
una tarde o de un toro, tampoco de unos minutos de inspiración o de suerte en
el sorteo; se trata de toda una vida luchando, de nacer con un sueño, de irlo
construyendo, muriendo día a día, dejando el cuerpo y el alma en la arena. Una
muleta que quiere tapar la cara y las lágrimas, pegando un pase… y luego otro… una
expresión que cuenta una historia… cada quien conoce sus propias batallas.
Y lo irónico, una mala entrada ante lo
que me atrevo a decir, fue la faena más importante de la Temporada, aunque esté
empezando.