El valor es considerado una cuestión de
héroes y de batallas históricas. Si lo enfocamos a la Fiesta Brava, es obvio
que tendría que ser la primera cualidad en un torero. El enfrentamiento entre
un animal de 500 kilos, que cuenta con su instinto y dos astas prestas para
embestir; y un hombre que por escudo tiene un pedazo de tela, su inteligencia,
su corazón y su técnica.
Cada día debemos vestirnos con nuestro
traje de valientes y no guardarlo solo para las grandes ocasiones.
A diario debemos modificar formas que
creíamos vigentes para toda la vida. Como un Matador, que ensaya por horas el
toreo de salón, para salir al ruedo y darse cuenta que se le exige algo
totalmente diferente a lo preparado; que hay que resolver el enigma en la cara
del toro; que hay que quedarse quieto y demostrar actitud, serenidad y cabeza.
Lo que era, ya no es; lo que teníamos, ya
no lo tenemos; y ahora, a partir de esas carencias, hay que continuar y
reestructurar la vida; echar mano de lo que se tiene; dar nuestra mejor cara,
aunque nos miremos al espejo y tengamos la sensación de que se parte en mil
pedazos. A eso se le llama valor.
Hay que librar cada situación adversa
como lo haría una Figura del toreo; como aquel que sabe que está agotada la
papeleta para verlo; porque sobre él recae la responsabilidad de la tarde; imposible
echar un paso pa´ tras; imposible decir: “No puedo”.
De esta misma forma, alguien espera fuerza
de nosotros; porque nosotros somos la fortaleza de ese otro.
La vida es un constante reacomodo de
circunstancias y de capacidades; día a día perdemos algo, sin siquiera darnos
cuenta, pero también cada día, ganamos algo y tampoco nos damos cuenta.
Ser valientes hasta para aprender a
agarrar la cuchara con la otra mano, para caminar de otra forma, para respirar a
otro ritmo; para adaptarnos al nuevo mundo que surge a partir de un cambio y de
todo aquello que se pierde a fuerza de vivir. A fuerza de usar el alma, a
fuerza de usar el cuerpo.
Un torero es la representación más
gráfica del valor y de la responsabilidad; todos ellos tienen miedo, y sin
embargo, logran superarlo… sobreponerse, y muchas veces, pese a circunstancias
adversas, crear belleza, a partir de ese mismo miedo.
Siempre alguien necesita nuestro valor, porque
sin él, ellos también se derrumban.
Somos parte de una estructura y debemos sostenerla,
aunque dudemos; aunque nos duela; aunque nos cansemos. Sostenerla a costa de
nuestra flaqueza, de nuestra humanidad y de nuestra tristeza…
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